domingo, 20 de enero de 2008

Capítulo 9.- Pociones, Imperius y Quidditch.

Para haber sido su primer día de clases, sus maestros ya les habían encargado montañas de tarea. Aquella primera noche en la sala común de Gryffindor, todos los alumnos, sin importar el grado se hallaban leyendo algún libro, practicando algún hechizo o pasando apuntes en un pergamino. Todos estaban trabajando en sus tareas, pero no había tarea más pesada (y no había duda de ello), que la tarea de la profesora Robinson, que les había encargado específicamente a los de sexto año, dos pergaminos con toda la información que recolectaran acerca de la maldición Imperius. Para Harry, que conocía muy bien esa maldición ya que había sido víctima de ella y había aprendido a resistirse a la misma, habría sido más divertido practicarla con alguno de sus compañeros en lugar de estar copiando fastidiosamente líneas de texto de un libro. Se entretenía imaginando como obligaría a Malfoy, por ejemplo, a comportarse como un mono o algo así, pero la practica para esa clase parecía estar muy lejos aún.

Al día siguiente Harry se dirigió a su primera clase del día, la cual sería la “fabulosa” clase de Pociones con su profesor “favorito” Severus Snape. Cuando entró en la mazmorra se percató de que era el único Gryffindor en la clase. También estaban Hannah Abbott y Justin Finch-Fletchley de Hufflepuff, Terry Boott y la hermana de Parvati, Padme Patil de Ravenclaw, el resto eran solo chicos y chicas de Slytherin. Harry presintió que ese iba a ser un año difícil y desagradable. Snape entró en el aula azotando la puerta.
- Éste es el 6° año, el año anterior a los EXTASIS. Todos los alumnos que están aquí, se supone, debieron haber obtenido una buena nota en su TIMO. Así que están lo suficientemente preparados para este curso y... – Snape se percató de la presencia de Harry.
- ¿Qué haces aquí, Potter?. – preguntó con frialdad.
- Tendré clases con usted, profesor – respondió Harry con calma, – este año y el que sigue.
- Dudo que termines siquiera el trimestre. – le dijo Snape haciendo una mueca de desagrado.
- No se preocupe, profesor, haré lo que sea necesario.
Snape lo miró con sus ojos negros penetrantes y fríos, llenos de desprecio, luego continuó con su letanía.
- Este año trabajaremos de diferente manera que los años anteriores. En esta ocasión tendrán que elegir a un compañero de trabajo que será el mismo durante todo el año, así que será mejor que sepan a quien escogen.
Como era obvio, Justin eligió a Hannah y Terry a Padme, pero Harry tendría que elegir entre algún Slytherin como compañero y ellos no se morían de ganas por compartir el trabajo con él. Los alumnos se estaban acabando y Harry aún no tenía compañero, se estaba preguntando si Snape le permitiría trabajar por su cuenta. Crabbe y Goyle ya eran un equipo, Malfoy parecía esperar alguien que no llegaba y no le estaba haciendo caso a Pansy Parkinson, que trataba de llamar su atención por todos los medios posibles. Entonces alguien toco el hombro de Harry.
- ¿Ya tiene compañero de trabajo?
Era la chica que había conocido en el tren. Estaba justo frente a él. Harry negó con la cabeza.
- ¿Te importaría si trabajamos juntos?
- Claro que no, por mí esta bien. – respondió Harry.
En eso Malfoy se acerca a ellos. Sin mirar a Harry se dirige hacia la chica.
- Veranna, te estaba esperando. Vamos, eres mi compañera de trabajo.
- ¿Quién dice?.
- Pues yo.
- Yo ya tengo compañero, es Potter.
- ¿Acaso quieres reprobar el año?, Potter es un estúpido.
- Sr. Malfoy – Snape apareció delante de ellos con cara de impaciencia – la Srta. Parkinson esta libre para trabajar con usted. Ahora necesito que tome asiento para que pueda comenzar mi clase.
Malfoy no tuvo más opción que sentarse y conformarse con Pansy como pareja de trabajo. Después de todo, ese no iba a ser un año tan desagradable. Durante el transcurso de la clase, Harry se dio cuenta de que Veranna era una chica demasiado seria y callada. Ella ponía la misma cara de concentración que Hermione y parecía no escuchar nada más que la voz del profesor, pero aún así estaba atenta a todo lo que sucedía a su alrededor.
- Este curso veremos diversas pociones, la mayoría de ellas su uso está estrictamente controlado por el Ministerio de Magia, así que no deberán salir de aquí. Comenzaremos con la poción multijugos. Tendrán que sacar unos libros de la sección prohibida para conocerla. Ahora, copien lo que está escrito en el pizarrón.
Cuando todos terminaron de apuntar, Snape pasó por los lugares repartiendo un pase por equipo para sacar el libro. Al terminar la clase Veranna quedó con Harry para hacer el trabajo aquella tarde.
- Bien, Potter, te espero en la biblioteca a la hora de la comida.
- Sí, nos vemos al rato.
Harry caminaba hacia el aula de Transformaciones cuando se encuentra con Ron en el camino.
- ¡Harry!, ¿Qué tal tu primera clase con Snape?
- No estuvo mal, solo que ahora es más complicado que antes.
- Oye, McGonagall me pidió que te dijera que como ahora tú eres el capitán del equipo, tienes que hacer las pruebas para encontrar nuevos miembros. Recuerda que Katie, Alicia y Angelina ya salieron del colegio y necesitamos cazadores.
- Es cierto, lo había olvidado. Que te parece si hacemos las pruebas este fin de semana. Solo hay que poner la convocatoria en el tablón de anuncios.

A la hora de la comida Harry se encaminó hacia la biblioteca, que estaba casi vacía, a no ser por que estaba ahí la Sra. Pince, la bibliotecaria y Veranna con un montón de libros.
- Hola – saludó Harry.
- Ya tengo el material que necesitamos. En este libro viene como hacer la poción. Es algo complicado, pero te he hecho un resumen para que lo estudies bien.
- ¿Tú hiciste todo el trabajo?
- Claro que no, a ti te toca transformarte. – ella sonrió.
Los dos pasaron el resto de la tarde trabajando en un rincón de la biblioteca donde casi nadie podía verlos. Casi no hablaban, ella estaba demasiado concentrada en sus apuntes y Harry no encontraba un buen tema para iniciar una conversación. Era extraño que ella se comportara tan fría con él cuando en el tren había sido diferente. En aquella ocasión ella había sido muy agradable con él, hasta se habían hecho amigos, pero ahora parecía estar siempre enojada. Cuando terminaron el trabajo (como a las 8 de la noche), Veranna se fue muy rápido a su sala común, apenas y se despidió de Harry. Por su lado, él se encaminó con desgana a la torre de Gryffindor. No quería admitirlo, pero había estado feliz de que Veranna fuera su compañera, pero lo desconcertó mucho la forma tan fría con que ella lo trató durante la tarde. Harry seguía pensando en eso cuando llegó a la sala común, ahí encontró pegado en el tablón de anuncios un cartelón con la convocatoria para las pruebas de Quidditch.
- Las pruebas serán el viernes por la tarde ¿está bien?, es el día y la hora en la que la mayoría está libre. – comentaba Ron mientras se acercaba a Harry.
- Me parece bien.
- Hola Harry. – Hermione también se le acercó – ¿qué tal tu primera clase de Pociones?.
- Pues bien, tenemos que estar en equipos de dos y como soy en único Gryffindor de la clase tendré que trabajar con alguien de Slytherin.
- Ay, Harry, que horror, ¿con quién te tocó trabajar?. – preguntó su amiga.
- ¿Recuerdan a la chica que conocimos en el tren?.
- ¡¿Con ella?! – preguntó Ron. – creo que va a ser el infierno trabajar con esa bruja.
- Ni siquiera la conoces Ron, ¿por qué te cae tan mal?.
- Porque está en Slytherin, solo por eso.
- Mejor cambiemos de tema – dijo Hermione. – Ginny me estaba comentando que le gustaría entrar al equipo, creo que quiere ser cazadora.
- Nunca me imaginé que esa niña fuera tan buena. ¿Recuerdan la final del año pasado?. – comentó Ron.
Harry y Hermione pusieron cara de que no.
- Es cierto, ustedes estaban con Hagrid. Bueno, el caso es que ella es mejor de lo que creí.
- ¿Sabes de qué me he dado cuenta?. – comentó Harry.
Ron negó con la cabeza.
- Ginny ha sacado lo mejor de cada uno de ustedes. Es lista, como Bill, es buena jugadora de Quidditch como tú y tu hermano Charlie, es creativa y graciosa como los gemelos, y también es prefecta como tú y Percy. Además es una excelente hechicera.
- Y no tiene que competir con nadie porque es chica. – agregó Ron. – tienes razón, ella es todo un estuche de monerías. ¿Oye Hermione? – preguntó el pelirrojo a su amiga al ver que tenía una bolsa marrón con material de costura. - ¿sigues con esa tontería de liberar a los elfos domésticos en contra de su voluntad?
- ¡No es ninguna tontería, Weasley, ellos desean ser liberados!.
- Pues yo no estoy muy seguro de ello.
- Pues piensa lo que quieras, no me importa. – y dicho esto, la chica se marcho a su habitación.
- Que histérica ¿no?, me pregunto cómo es que desaparecieron todas esas prendas sin dejar rastro, no creo que los elfos las hayan tomado.
- No lo sé – mintió Harry, porque él sí sabía cómo desaparecían. Él había visto a Dobby, el elfo doméstico que trabajaba para los Malfoy, usar todas esas prendas juntas. Él las había recogido todas, ya que ningún otro elfo deseaba ir a limpiar la torre de Gryffindor por esa misma situación.

Pasó su primera semana de clases sin muchos problemas, más que las tareas de sus maestros. La profesora Robinson empezó a dar clase por las tardes a los alumnos atrasados, casualmente la mayoría pertenecían a Slytherin. El resto de los profesores docentes no querían quedarse atrás en cuanto a trabajo se refería. La profesora McGonagall ahora estaba enseñando a sus alumnos de 6° las transformaciones humanas, el profesor Flikwik le enseñaba el encantamiento desvanecedor (como el que usaban los gemelos con sus sombreros). En lo que se refería a DCAO, en las clases normales los alumnos aún no salían de la teoría de la maldición Imperius.
- Yo no quiero magos y brujas mediocres. – dijo en una ocasión, mientras sus alumnos parecían fastidiados. – Muy bien, si ya conocen la teoría, pasaremos a la práctica.
Muchos, por no decir todos los alumnos se emocionaron con esas palabras. Aunque ya habían estado en contacto con esa maldición en 4° año, deseaban verla otra vez y, mejor aún, aprender a hacerla.
- Hagan una fila, pasarán uno por uno a demostrar que tanto pueden resistirse a mi maldición. No pasaremos de ejercicio hasta que TODOS muestres aunque sea un poco de resistencia.
Uno por uno fueron pasando, y uno por uno fueron fallando. Nadie lograba oponerse, ni siquiera podían luchar en su mente. Todos caían bajo la maldición, excepto...
- Su turno Sr. Potter.
Harry fue el último en pasar. Cuando lo hizo, se colocó frente a la maestra, la miró a los ojos y dejó que ella lo hechizara. Volvió a sentir aquella sensación conocida de ligereza y vacío en su cerebro. Entonces empezó a ordenarle cosas como que se pusiera a bailar (cosa que no le gustaba). Pero como él podía resistirse completamente a esa maldición, tranquilamente dijo que no. Lo dijo tantas veces que la última se escuchó en voz alta.
- No, no deseo bailar.
- Vaya, vaya, Sr. Potter. – dijo la maestra, muy complacida. – se nota que no es fácil persuadirlo. Usted domina perfectamente esto. Espero que todos hayan puesto atención en sus ojos, ahí está el secreto de lo que quiero: concentración, carácter, fuerza de voluntad.
Todos los demás miraban a Harry.
- Creo que usted ya está preparado para intentar hacerla. Necesitamos un voluntario. Sr. Weasley venga aquí por favor, usted será el conejillo de indias de Potter.
Ron se puso algo pálido, el resto de sus compañeros estaban muy atentos a los dos. La profesora Robinson colocó a Ron en el centro del salón mientras Harry tomaba su lugar cerca del escritorio.
- Muy bien Potter – dijo la maestra para que solo Harry la escuchara – vas a mirar fijamente a Weasley, te vas a concentrar lo más que puedas, no te distraigas. Le apuntarás con la varita en la cabeza y vas a enfocar toda tu energía en un pensamiento, una orden, que es lo que Weasley tendrá que obedecer. Dirás en voz alta la maldición siempre con tu mente enfocada en la orden. Él tratará de resistirse, así que tú debes ser más fuerte para vencerlo, ¿de acuerdo?.
Harry asintió con la cabeza. Después la maestra se dirigió a Ron, le habló también en un susurro para que solo él la escuchara. Ron también asintió con la cabeza y se preparó.
- A la cuenta de tres, Potter. 1...2...3.
Harry miró fijamente a su amigo, nunca lo había visto bailar, así que decidió ordenarle que bailara frente a todos. Se concentró lo más que pudo, apuntó a Ron con su varita y pronunció casi en un susurro:
- Imperio.
Al instante su amigo levantó los brazos y comenzó a dar vueltas y vueltas por el salón al son de una música inaudible para todos excepto para él, parecía que abrazaba a una persona invisible que flotaba entre sus brazos. Todos sus compañeros comenzaron a reír, incluso Hermione estaba roja tratando de contener una carcajada.
- Muy bien Potter, creo que ya es suficiente. – dijo la profesora.
Harry bajó su varita mientras su amigo regresaba a la normalidad. Ron estaba muy colorado (más de lo normal) por la vergüenza. Por su parte, Harry se dio cuenta de que con un mínimo esfuerzo mental podía controlar a su mejor amigo.
- Sr. Weasley, se supone que usted debió resistirse, el Sr. Potter lo ha controlado con una increíble facilidad.
Ron se puso más colorado (sí es que se puede).
- Bien, es todo por hoy. Les sugiero que practiquen mucho. Pueden irse.
Al salir del aula Harry se topa con Mika, que había faltado a la clase. Ella se dirigía con la maestra.
Ya en los pasillos:
- ¿Por qué me hiciste hacer el ridículo? – pregunta Ron con desánimo a su amigo.
- No era mi intención, fue lo menos tonto que se me ocurrió.
- Bailas muy bien, Ron – se escuchó decir a Parvati Patil cuando pasaba con Lavander junto a ellos, para después desaparecer por el pasillo entre risitas tontas.
Ron agachó la cabeza y se avergonzó más.
- Vamos Ron – le dijo Hermione – no te deprimas, solo fue una practica.
- Ron, tenemos que irnos al campo, se nos hace tarde.
- ¿Adónde van?.
- A las pruebas para cazadores, nos vemos luego.
Se despidieron de Hermione dejándola en el vestíbulo. Cuando caminaban hacia el campo Ron le dijo a Harry.
- No tenías por que hacerme bailar. – dijo, todavía triste y ahora preocupado.
- ¿Por qué sigues con eso? – respondió Harry fastidiado. – Otra opción era obligarte a actuar como simio.
- Es que, bueno... no quería hacer el ridículo frente a Hermione.
Al decirlo se puso tan rojo como un tomate bien maduro y trató de esconder la cara donde pudo. Harry lo miró desconcertado.
- ¿Por qué?, si ella es nuestra amiga, ella te conoce desde primero. Además tú también te has burlado de ella.
- No es eso, es que...
- ¿Qué?.
- Nada, olvídalo. Será mejor que nos demos prisa.
Ron estaba demasiado extraño. Desde hacía un par de días se comportaba algo diferente, sobre todo cuando estaba con Hermione, como si le tuviera miedo o algo así.
Cuando llegaron al campo de juego ya los esperaban ahí Jack Sloper y Andrew Kirke, los golpeadores del equipo, pero también estaban poco menos de una docena de alumnos de Gryffindor que se habían presentado a dichas pruebas, entre ellos Ginny.
- Bien. – dijo Harry. – los únicos puestos disponibles son los de cazadores, necesitamos tres. La prueba será como un partido. Ron guardará los aros y los golpeadores tratarán de detenerlos. Formarán 3 equipos de 3 e intentarán anotar todos los goles que puedan, ¿de acuerdo?.
Todos asintieron. Harry pasó al primer grupo. Los tres eran pésimos, apenas si podía mantener la pelota unos minutos en sus manos. En el segundo grupo estaba Mika, que había llegado justo a tiempo y otras dos chicas. Una de ellas, Harry averiguó que su nombre era Natali McDonald de 3°, era bastante buena, ella y Mika lograron anotar un gol cada una. Ya en el tercer grupo pasó Ginny junto con dos chicos. Durante su prueba, la pelirroja logró anotar 4 goles, dos por su cuenta y dos con ayuda de sus compañeros de equipo. Después de un rato de deliberación, Harry y su equipo ya habían elegido a los cazadores.
- Bueno, hemos decidido que los que pertenecerán al equipo son: Mika Limura, Natali McDonald y Ginny Weasley. A los demás, gracias por haber participado.
Para el final del día, los nuevos integrantes de equipo de Quidditch de Gryffindor estaba festejando en la sala común, y lo hicieron hasta muy entrada la noche.

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