lunes, 21 de enero de 2008

Capítulo 22.- El duelo.

Harry despertó. Miró su mano, aún podía sentir el calor del Medallón en ella. ¿Qué significaba? En cuanto Harry tocó en su sueño aquella joya, la esmeralda del león grabado comenzó a brillar y emitir ese calor. Harry deseaba cada vez más conseguir ese Medallón.
*
Era una mañana fría de sábado de finales de enero. Una semana después de haber llegado del hospital, Harry estaba deseoso de que llegara ese día, porque sería su primera sesión del Club de Duelo, aunque la noche anterior no durmió muy bien, por sus sueños, estaba ansioso por ir a la práctica. Cuando Harry, Ron y Hermione llegaron al recinto aquella mañana, éste ya estaba lleno de alumnos. Las cuatro mesas de las casas habían sido sustituidas por una gran tarima de madera central que le hizo recordar a Harry su segundo curso, en el que también hubo club de duelo.
- Muy bien – habló la profesora Robinson – todos acérquense, ya saben que hacer. Colóquense en parejas para que practique hechizos de desarme y yo pasaré por sus lugares para corregirlos si los hacen mal.
- Yo ya he practicado suficiente – dijo Malfoy en voz alta para que la maestra lo escuchara.
- Tal vez el Sr. Malfoy quiera mostrarnos cómo se hace correctamente, – comentó la profesora. – aunque debo decir que en la primera sesión me decepcionó.
Malfoy apretó los puños de coraje ante las risas de varios estudiantes.
- Será un placer, profesora Robinson – contestó con descaro.
- Suba a la tarima, Sr. Malfoy, mientras yo le busco a un oponente adecuado.
- Quiero enfrentarme a Potter – dijo Malfoy sin rodeos.
- ¿Está seguro? – preguntó la maestra.
El chico asintió con la cabeza. Por su lado, Harry se dio cuenta porqué lo eligió a él. Antes de que Malfoy subiera a la tarima, se acercó a Crabbe y Goyle, y luego notó cómo varios chicos de Slytherin se movían de lugar. Así que tuvo el presentimiento de que lo atacarían por la espalda.
- Está bien, Sr. Malfoy, le daré la oportunidad de enfrentarse a Potter, pero no quiero nada sucio, ¿entiende?
Malfoy afirmó con la cabeza. Harry decidió darle gusto, en realidad, aquella era una buena ocasión de poner en ridículo a Malfoy y a sus amigotes. Una vez que los dos estuvieron sobre la tarima, frente a frente, hicieron el saludo con sus varitas. Malfoy sonreía de una forma muy segura, lo que confirmó las sospechas de Harry. Pero Harry no se sorprendió de su juego sucio, así que él también sonreía.
- Por fin me las vas a pagar Potter – dijo Malfoy en un susurro.
- Uuuyy, me das miedo – respondió Harry, con cinismo y sonriendo desafiante.
- A la cuenta de tres atacarán a su oponente – habló la maestra – intentarán desarmarlo y someterlo. Piensen que es un duelo real y que su vida está en peligro. Pero procure no lastimarse demasiado. 1… 2…
Como era de esperarse, Malfoy atacó antes de tiempo, pero Harry ya lo esperaba y supo contestar su ataque.
- ¡Expelliar…
- ¡Impedimenta! – gritó Harry. Malfoy ni siquiera pudo terminar el hechizo cuando cayó al suelo. Pero en ese momento, detrás de Harry, Crabbe y Goyle lanzaron hechizos contra él, pero él ya estaba listo y bloqueó los encantamientos, los desarmó, los aturdió y atrapó sus varitas con el encantamiento convocador. El Gran Comedor estaba en completo silencio. La actuación de Harry fue sorprendente. Incluso, algunos solo alcanzaron a ver rayos de diferentes colores por todos lados y la forma en que caían Crabbe y Goyle al suelo, desarmados e inconscientes. Luego todos aplaudieron.
- Excelente, Sr. Potter, sabía que usted no me decepcionaría. – dijo la profesora. – Pero el Sr. Malfoy es muy poca pieza para usted. Ahora déjeme buscarle un contrincante a su altura. Sr. Perlia, ¿puede subir a la tarima?
Alan, el chico alto y guapo de Slytherin, medio hermano de Anny, se enfrentaría a él. La mayoría de los Slytherin se pusieron felices porque él le daría su merecido a Harry. Pero los de Gryffindor no estaban muy contentos, de hecho, Mika y Tara se veían seriamente preocupadas, como si pensaran que Harry estuviera en peligro mortal. Anny también se veía preocupada, no dejaba de mirar a Harry y Alan. Aunque Harry no sabía por quien se preocupaba más.
- Bien – habló la profesora – se enfrentarán en un duelo real, pero no se vayan a matar. Es broma. – la profesora puso cara de advertencia – No quiero accidentes. –dijo ya en serio.
Los dos muchachos se prepararon para el duelo. No apartaban la mirada el uno del otro. Desde ese momento ya se estaban enfrentando. Harry vio en ésta su oportunidad de comprobar todo lo que había escuchado de ese chico.
- A la cuenta de tres…1… 2… 3…
Desde el momento en que escucharon el número 3, los dos magos comenzaron a atacarse sin piedad, usando toda clase de hechizos. Ni siquiera los pronunciaban en voz alta, solo saltaban los rayos en todas direcciones que chocaban en las paredes cuando ellos los esquivaban o se protegían. Era tal la fuerza de sus ataques, que rompieron varias ventanas. Todos los alumnos buscaron donde esconderse para protegerse y al mismo tiempo no perder detalle de tan asombroso duelo. << ¡fum! >>, << ¡fum! >>, << ¡fum! >>, rayos por todos lados. Uno de los ataques de Alan pasó tan cerca del rostro de Harry, que le rozó la mejilla y empezó a sangrar. Eso enfureció a Harry, por lo que le lanzó un hechizo inmovilizador, pero Alan lo esquivó de una forma magistral. Alan comenzó a agarrar confianza y a atacar más fuerte a Harry, quien estaba encrespado cada vez más, al no poder someter rápido a su oponente. Sucedió en ese momento que Alan lanzó un hechizo que, más tarde se arrepintió de haber lanzado.
- ¡Serpensortia! – grito y de su varita una enorme serpiente negra salió disparada hacia Harry. Pero el chico no se inmutó, sino al contrario, sonrió de una forma maliciosa al ver lo que había hecho su enemigo.
- Truco viejo – murmuró Harry. Y ante la sorpresa de más de uno (en especial de Alan), Harry comenzó a hablar parsel, dándole ordenes a la serpiente, la cual, ya se dirigía a atacarlo, pero se detuvo en su camino y regresó hacia Alan, quien la había invocado. Claramente, bajo las órdenes de Harry, la serpiente comenzó a rodear a Alan, lanzando silbidos de advertencia, parecía que en cualquier momento lo atacaría. El chico miraba a Harry y a la serpiente alternadamente. Mientras Harry parecía divertirse al ver como la serpiente acorralaba e intimidaba a su enemigo, lanzándole mordidas que, aunque solo rasgaban su ropa, lo hacían retroceder, pálido de terror.
- ¡Es suficiente Potter! – gritó la profesora, pero Harry solo la miró desafiante, si ella quería un duelo real, lo tendría. Luego dijo algo en parsel que nadie más que la serpiente entendió y, al instante, ésta saltó directo a la cara de Alan, dispuesta a hundir sus colmillos en él, pero el chico estaba preparado y levantó su varita rápidamente diciendo:
- ¡Vipera evanesca! – y la serpiente se esfumó en una voluta de humo negro, a solo unos centímetros de su cara. Entonces, en el momento que Alan desaparecía al reptil, Harry aprovechó y gritó:
- ¡Expelliarmus! – desarmando a su oponente, y no solo eso, el hechizo fue tan poderoso, que Alan salió disparado de la tarima y fue a estrellarse contra la pared, quedando inconsciente.
Harry se tomó muy enserio lo del duelo real, se había olvidado por completo que estaba en el Gran Comedor en una práctica y solo se dedicó a disfrutar el enfrentamiento, por que cuando sacó a Alan de combate, puso una expresión de satisfacción y placer en su rostro que todos notaron. Pero ahora todos sus compañeros estaban aterrados, en especial sus amigos. Harry pudo ver como Anny corría hacia su medio hermano para ver si se encontraba bien, luego vio cómo ella desviaba sus ojos hacia él, mirándolo de una forma extraña, como si estuviera asustada y molesta. En cuanto a sus amigos, Harry vio que Hermione estaba muy pálida y temblaba levemente, y Ron también estaba algo pálido. Fue hasta ese momento que Harry regresó a la realidad y se dio cuenta que tal vez se había excedido un poquito al atacar a Alan, pero, aún así, no se arrepintió de lo que hizo.
La forma en que Harry terminó el duelo hizo que la mayoría de los alumnos, a partir de aquel momento, le huyeran de su camino y lo evitaran mientras pudieran, pero a él no le importaba mucho, << 'allá ellos, que piensen lo que quieran' >>, se decía. Pasó el fin de semana y casi nadie le dirigía la palabra, excepto Ron Ginny y Neville. Incluso Hermione no quería quedarse en la misma habitación que él, otra vez esa niña parecía tenerle pánico.
Una tarde, dos días después del duelo, cuando se dirigía a la biblioteca, alguien lo detuvo.
- Me gustó la forma en que venciste a Alan. – se escuchó la voz de una chica a espaldas de Harry. El chico volteó y se encontró con una muchacha de mediana estatura, blanca, de cabello morado muy oscuro y ojos claros. Ella usaba un uniforme de Slytherin y estaba de pie a unos metros de él.
- ¿Tú quién eres? – preguntó Harry a la chica.
- Me llamo Aradia Mírel.
- Nunca te había visto antes.
- Lo se, no me gusta andarme mezclando con… el resto de los alumnos – respondió la chica con arrogancia – además vengo del colegio Avalón, junto con Alan, Veranna y el resto de los estudiantes extranjeros.
Harry la observó un instante. Ella lo veía de una forma altiva, como si él no estuviera a su altura, pero al mismo tiempo reflejaba su interés en él.
- ¿Qué es lo que quieres?. – preguntó él, sin rodeos.
- Solo felicitarte. – decía ella con voz orgullosa. – Nadie había puesto en su lugar a Alan como tú. Yo jamás lo creí posible, pero… – ella sonrió. – Espero que ahora sí se le bajen los humos de creerse el mejor mago del mundo.
- ¿Acaso no te cae bien?
- Él es mi mejor amigo, y algo más. – contestó ella.
- Entonces, ¿por qué estas feliz de que lo haya derrotado?
- Porque ya se lo merecía. Ya era justo y necesario que conociera a alguien como tú. – Aradia lo miró fijamente un momento, como explorando en su interior, luego se dio la vuelta y se fue.
<< ¿Qué habrá querido decir con “alguien como tú”? >>, se preguntaba Harry, mientras la veía marcharse por el pasillo. Sin darle mucha importancia, el chico sigue su camino hacia la biblioteca, que estaba casi vacía. Ahí se encontró con Anny, que estaba escribiendo rápidamente en su pequeño libro negro. En esos últimos dos días, ella había estado muy seria. Harry pensaba que estaba enojada con él por haber derrotado a Alan.
- Hola – saludó Harry.
- Hola – respondió Anny, sin mirarlo y con tono serio.
- ¿Qué haces? – preguntó el chico, para hacer conversación.
- Escribiendo– contestó ella.
Harry, al notar la indiferencia y frialdad de su respuesta, entendió que ella no quería hablar con él, así que mejor se encaminó hacia la salida. Entonces ella le habló.
- ¿Por qué lo hiciste? – le preguntó, antes de que Harry se alejara mucho. El chico se regresó hacia ella, para no hablar muy fuerte.
- ¿Qué cosa? – preguntó, haciéndose el desentendido.
- Sabes muy bien a lo que me refiero. – insistió la chica – ¿Por qué lo hiciste?
El muchacho suspiró.
- Al principio no era mi intención llegar a tanto, pero… no sé lo que pasó.
- Tú tenías claramente la intención de ganarle y eso está bien, pero, ¿por qué lo de la serpiente?
- No lo sé, en verdad que no lo sé, simplemente lo hice y… ya.
- Harry, la única razón por la que Alan te lanzó ese hechizo era para comprobar si realmente hablabas parsel.
- ¿A sí?
- Sí. Malfoy le contó que podías hacerlo y él no le creyó. Alan siempre quiso tener ese don. Ama las serpientes y le habría encantado poder hablar con ellas.
- Y ¿por eso estás tan enojada conmigo?, ¿por qué puedo hablar parsel y él no?
- ¿Quién dijo que estaba enojada?
- Pues no eres muy buena ocultándolo.
- Créeme, Potter, tú NUNCA me has visto enojada.
- ¿Entonces porqué me hablas así?
- Le ordenaste a una serpiente atacar a mi hermano.
- Sí, lo hice. Pero solo quería comprobar si era tan bueno como me dijeron.
- Él es uno de los mejores duelistas estudiantes que conozco, hasta ahora – respondió ella. – Y no estoy enojada, sino sorprendida. Me sorprende que le hayas ganado. Yo jamás pude hacerlo, le daba guerra, pero… me doy cuenta de que eres más hábil de lo que pareces. Y ¿sabes otra cosa?
- No, ¿qué?
- Se lo tiene bien merecido.
- A ver, no entiendo. Hace un momento parecía que estabas furiosa conmigo y ahora te da gusto.
- Te dije que no estaba enojada, sino sorprendida. Al principio creí que solo querías lucirte o que te enteraste que él quería averiguar sí realmente hablabas esa lengua, pero después, la forma en que lo sacaste de combate, bueno, no pensé que lo harías de esa forma.
- ¿Entonces no estas enojada?
- Claro que no. – insistía ella - ¿Quieres que te lo diga por escrito?
Ambos sonrieron, si ella regresó a las bromas, es que no estaba enojada.
- Nos vemos luego, Potter. Te falta conocerme. No sabes distinguir si estoy enojada o no.
- Sí, nos vemos. – sonrió el chico.

Después de un rato, Harry se encaminó a su sala común, no fue a cenar, en realidad no tenía mucha hambre y se sentía cansado. Se fue a dormir. Otra vez tuvo un sueño muy raro, pero completamente diferente a lo que había estado soñando últimamente. Él estaba en el mismo bosque de siempre, donde estaba la cueva, pero dicha cueva aún no existía, solo era un montón de rocas en un claro. Harry siguió un camino que se encontraba frente a él. Ese camino lo llevó a un hermoso valle, que tenía en lo más alto un bello castillo. Harry recordó que ahí fue donde Anny lo dejó cuando lo rescató de la oscuridad. En aquella ocasión, el valle estaba completamente deshabitado, pero ahora había pequeñas cabañas en los lindes del bosque. Una en especial llamó su atención. El chico comenzó a aproximarse a esa casa cuando, del interior, salió un niño de ojos claros que se le acercó corriendo, como si lo estuviera esperando.
- Hola. – saludó el niño alegremente.
- Hola. – respondió Harry. – ¿Vives aquí? – le preguntó al niño.
- Ya no, nos estamos preparando para irnos. – dijo el pequeño – Papá dice que hay hombres malos y un mago malo que nos quiere hacer daño.
- ¿Tú eres mago?
- No, pero papá sí lo es, y su hermano también. Pero mamá y yo no, por eso nos vamos.
- ¿Sabes quien vive en ese castillo?
- El hermano de papá. Es como de tu edad, vive con mi abuela.
- Y ¿quién es el mago malo que los quiere lastimar?
- No sé. Ya vino una vez, cuando yo era bebé, pero papá lo derrotó. ¿Tú como te llamas? Papá te ha estado esperando.
- Yo soy…
- ¡Bran, ven aquí! – la voz de una mujer se escuchó en el campo. Ella también salió de la cabaña donde salió el niño.
Entonces, detrás de la mujer, salió un hombre, alto, fuerte, de cabello castaño y ojos verdes. Traía una espada en la cintura y, colgando de su cuello, el misterioso Medallón, que Harry tanto anhelaba tener.
- Es hora de irnos, hijo. – habló el hombre.
Harry lo miró por un momento. Ese hombre también miró a Harry y le sonrió, como si lo conociera. El chico sintió que su corazón se aceleraba, había cierta conexión entre ellos, que no sabía explicar. El niño llegó con sus padres, los tres subieron a un carruaje de madera y comenzaron a alejarse. Pero antes de irse, el hombre volteó hacia Harry otra vez y asintió con la cabeza, como si quedaran de acuerdo en algo, luego volvió la vista al camino y se marcharon. Harry trató de alcanzarlos, pero desaparecieron en la bruma. De pronto, todo a su alrededor desapareció y él se quedó como en el vacío, escuchando una fuerte voz que decía: << ¡Busca la llave de tu poder!, ¡BÚSCALA! >>.
Harry despertó. Aquel fue un sueño muy real que lo hizo sentir extraño. Había una relación entre él y ese hombre. Él era el dueño del Medallón y era mago, pero ¿quién era?. Harry tenía esa pregunta en su mente cuado vio su reloj, eran como las 2:00 de la mañana, luego miró hacia la cama de su amigo Ron, pero no había nadie en ella. Harry se levantó de repente, alarmado. Sacó su mapa y lo buscó. Casualmente él estaba en la sala común, pero no estaba solo, Hermione lo acompañaba. A Harry le entró mucha curiosidad por saber que estaba haciendo, así que, tomó su capa invisible y bajó, solo un momento, tampoco quería interrumpir nada, ni ser espectador de nada.
Al llegar al lugar, los encontró sentados juntos en los mullidos sillones, solo platicando.
- Me preocupa Harry. – decía la chica. Harry, al escuchar su nombre decidió quedarse.
- ¿Por qué? – preguntó el pelirrojo.
- Ya ha pasado en varias ocasiones. Cuando se enfada principalmente.
- ¿Qué es lo que pasa con él?
- Sus ojos, sus ojos cambian. Puedo ver una sombra en ellos. Como si… Voldemort estuviera tras sus ojos. – dijo ella, temblando levemente. Harry contuvo la respiración, aunque su corazón se aceleró otra vez.
- Vamos, tú nunca has visto a ya-sabes-quien. – dijo Ron.
- Lo vi, lo vimos, mejor dicho. Cuando el boggart se transformó en él, ¿recuerdas?. Ahí fue donde lo descubrí – insistía ella. – Cuando Harry se enojó conmigo por lo que le dije a Cho su mirada era diferente, cuando torturaba a la araña en clase y cuando le echó la serpiente a ese chico de Slytherin. Tengo miedo de que Harry ya no sea la mismo, que se deje llevar por Voldemort. Sé que Harry nos oculta algo, pero, tengo miedo preguntarle. Cuando se enojó conmigo, parecía que me quería matar. Simple y sencillamente no era él.
Hermione empezó a sollozar y Ron la abrazó muy tiernamente.
- Tranquila – le decía con dulzura, mientras le acariciaba la mejilla. – Ya verás que todo es un malentendido y que Harry está bien. Tienes que entenderlo, Hermione, él ha pasado por muchas cosas estos últimos años. Los artículos de Skeeter, el Torneo de los Tres Magos, el regreso de ya-sabes-quien, la muerte de Sirus. Él nunca ha tenido una vida fácil y yo creo que ya está cansado, cansado de que todos le exijamos. Yo creo que por eso se ha alejado un poco de nosotros y ya no nos cuenta sus cosas. Tal vez necesite tiempo.
- Puede que tengas razón. Pero habríamos de recordarle que aún somos sus amigos y que puede confiar en nosotros.
- Bueno – dijo Ron, sonrojándose – nosotros tampoco hemos sido muy honestos con él.
- Tienes razón – dijo ella – pero, ¿y si se enoja?
- ¿Por qué habría de enojarse?
- Llevamos casi dos meses juntos y no se lo hemos comentado a nadie. Aunque Ginny ya lo sabe.
- ¡¿Cómo que lo sabe?!
- No te preocupes, ella sola lo dedujo. Es muy lista.
- Ahora entiendo el porqué de sus comentarios – comentó Ron, mientras recordaba algo. – Mira, te digo lo que haré. Yo hablaré con Harry. Le contaré lo nuestro y le diré que nos cuente sus cosas. Nosotros seremos honestos y él tendrá que serlo también.
- También quería decirte otra cosa.
- ¿Qué, chiquita?. – << ¿“chiquita”? >>, pensó Harry.
- Me estoy cansando de cómo te acosan las gemelas Patil. Quiero dejar de esconderme. Quiero que sepan que soy tu novia. – << ¿”novia”? >>, seguía pensando Harry.
Ron no parecía muy convencido, pero al final, sonrió.
- Esta bien. Si lo sabe Dios, que lo sepa el mundo, lo que sea que signifique.
Hermione parecía estar muy feliz. Los dos se abrazaron y se besaron en los labios. A Harry casi se le cae la capa invisible de la sorpresa. Rápidamente el chico regresó a su cama. << ¿Ron y Hermione, JUNTOS? ¡Tiene que ser una broma! >>, pensaba el chico. Jamás imaginó que terminara así, pero, si así eran felices. Bien dicen que ‘del odio al amor solo hay un paso’. Harry no sabía cómo le iba a hacer para no atacarse de risa en cuanto los viera. Por fin, ahora entendía muchas de sus actitudes.
Aunque Ron y Hermione no lo sabían, Harry guardaba muy bien su secreto, de hecho, el muchacho actuaba como si no lo supiera, pero días después…
- Harry – lo llamó Ron – necesito hablar contigo. – Harry ya sabía lo que le diría.
- ¿Qué pasa, Ron?
- Lo que pasa es que… bueno… quería hablarte de algo importante… lo que pasa es que…
- Ya lo sé. – respondió Harry, al ver como su amigo no podía explicarle nada.
- ¡¿Lo sabes?!, pero, pero, ¿cómo?, ¿Hermione te lo dijo?
- No. Casualmente los escuché hablar la otra noche. – Ron puso cara de espanto. – No era mi intención espiarlos, solo que no te vi en la cama y me preocupé, por eso salí a buscarte. No tardé mucho en encontrarte. Y no te preocupes, tampoco me quede mucho tiempo.
- Y… y, ¿qué piensas? – preguntó el pelirrojo, un tanto preocupado por la respuesta.
- Me parece muy bien. De verdad me da mucho gusto por ustedes dos. – Ron dio un respiro de alivio. – Aunque debo decirte que jamás me lo imaginé. Por más de 5 años los he visto pelearse y ahora… bien dicen que del odio nace el amor.
- ¿No te molesta, entonces?
- Claro que no.
- Le diré a Hermione. Ella estará más tranquila. De hecho, ya no nos vamos a esconder.
- Que bueno. – dijo Harry.
Ambos chicos rieron, Ron de nerviosismo y Harry al ver el nerviosismo de su amigo.
- Harry, hay otra cosa de lo que quería hablarte.
- Eso también lo escuché. Sé que Hermione tiene cierto miedo de mí.
- Y ¿qué dices tú al respecto?
Harry pensó un momento. Desde que él le había contado todo a Anny, ya no había sentido la necesidad de hablar con Ron y Hermione. A él sí le gustaría que sus amigos supieran lo de la profecía, pero, si se los iba a decir, sería a los dos y en el momento oportuno.
- Sé que les he guardado muchos secretos. Y no es que ya no confíe en ustedes, pero, lo que sucedes es que ya no quiero arriesgarlos.
- Tú no nos arriesgas. Ya habíamos quedados en que siempre te ayudaríamos.
- Lo sé. Y, créeme, en estos momentos no necesito ayuda, estoy bien.
- ¿Estás conciente de que toda la escuela te tiene miedo?
- Sí, lo estoy. Y, pera ser honesto, es agradable. Así no se meten conmigo, ni me molestan.
- Ya te estás pareciendo a esa bruja de Slytherin, Waller. Aún no sé como puedes trabajar con ella.
Harry estuvo a punto de contestarle algo cuando decidió mejor no decir nada, ya que Ron no sabía que tan amigos eran ellos dos.

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