lunes, 21 de enero de 2008

Capítulo 23.- ¡¡Qué sueño!!

Así pasaron los días hasta que llegó febrero. Harry ya era más temido que respetado en el colegio, y de cierta forma, eso le agradaba, porque nadie se metía con él y no le discutían. En las sesiones del ED, sus compañeros casi no hablaba y evitaban mirarlo a los ojos. No se diga en los entrenamientos, su equipo jugaba cada vez mejor, solo para que no se enfadara con ellos. Eso le parecía gracioso a Harry, que los veía haciendo esfuerzos sobrehumanos para no fallar en nada.
Durante aquellos días la tensión en el colegio se había acumulado un poco. No solo por Harry, sino también por causa de la guerra. Los mortífagos habían estado muy activos. El diario El Profeta todos los días traía noticias de enfrentamientos en las calles de Londres, desapariciones y ataques a muggles. El Ministerio de Magia se estaba volviendo loco, Cornelius Fudge aún era ministro, porque aún no encontraba a otro. Mientras tanto, en el colegio no se hablaba de otra cosa que no fuera la guerra (bueno, de Harry y la guerra). En una ocasión, el muchacho, cuando iba a su sala común, escuchó cómo niños de primero y segundo hablaban de él.
- Me da pánico encontrármelo. – decía uno.
- Me contaron que cuando torturaba a la araña se estaba riendo como demente, debe estar loco – decía otro.
- ¿Vieron cómo le ordenó a la serpiente que mordiera a ese chico de Slytherin?, ¡que miedo!
- Creo que sí le afectó estar en San Mugo.
- Mi padre y yo leímos el diario donde sale campeón del Torneo de los Tres Magos, ahí decía que era muy peligroso.
- Ahora lo creo.
Harry casi se agarra a carcajadas por lo que escuchaba, << 'pero que idiotas' >>, pensó. Así que decidió salir de donde estaba y pasar junto a ellos, para ver que hacían. Los niños se quedaron como de piedra, Harry solo atravesó y los miró unos segundos. En cuanto dio vuelta en el pasillo, solo escuchó los pasos de los chiquillos, donde salieron corriendo como alma que lleva el diablo.
Así eran las cosas. Como cuando estaba en segundo, que lo creían el heredero de Slytherin, o como cuando estaba en quinto, que todos creían que estaba loco, ahora podían confirmarlo. Pero él se mantenía sereno y no le importaba lo que dijeran de él, como el año anterior.
Aunque los mortífagos estuvieran haciendo mucho desorden, Harry no había sentido ninguna molestia, en su cicatriz ni en sus sueños, tampoco sentía cosas raras de que Voldemort estuviera contento o enojado. De hecho, la última vez que lo sintió, fue la noche de Halloween, donde castigó a Bellatrix, de ahí en fuera, parecía que Voldemort había desaparecido de la faz de la tierra.
En la primera semana de febrero se llevarían a cabo los partidos de quidditch de Gryffindor vs Hufflepuff y Slytherin vs Ravenclaw. Los alumnos ya estaba ansiosos de que llegara el fin de semana para eso. A Hermione parecía que ya se le había pasado el susto, otra vez, y volvía a hablar con Harry. Más que pasársele el susto, era que Ron ya había hablado con Harry de su relación y eso la tranquilizó mucho. En realidad, Ron y Hermione se paseaban mucho por los pasillos tomados de la mano y, de vez en cuando, se besaban por algún rincón. Para cuando llegaron los partidos de quidditch, ya todo el mundo sabía que andaban.

Aquel sábado se llevaría a cabo el partido entre Gryffindor y Hufflepuff, y el domingo entre Slytherin y Ravenclaw. Para ese entonces, Harry ya tenía muy bien preparado a su equipo. Ya no los asustaba tanto, pero sí temían enfadarlo. Ya era el día del partido. Todos ya estaban en las gradas esperando a que salieran los jugadores. Una vez en el campo, Harry veía pancartas donde los Slytherin hacían mofa de él y de su equipo, pero no les puso atención, debía concentrarse en ganar.
El partido comenzó. El equipo de Hufflepuff estaba muy bien preparado, comenzaron anotando varios goles. Ron estaba enojado por haberlos dejado anotar, que empezó a desesperarse. Entre las tres cazadoras (que ya habían aprendido a jugar en equipo), lograron empatar el juego, 50 – 50 (5 goles cada uno), mientras Harry buscaba la snitch por todos lados. La pequeña pelota apareció cerca de la tribuna de Slytherin. Harry se lanzó hacia ella, seguido de cerca por el otro buscador, pero Harry tomó la delantera con su saeta de fuego, y llegó primero. Atrapó la snitch frente a Malfoy y sus amigos, que lo miraban llenos de odio. Harry les sonrió de forma burlona y se regresó al campo, para festejar su victoria.
A la mañana siguiente, todos los alumnos despertaron temprano para ver el partido entre R y S. Pero antes de eso, en el desayuno, Harry, Ron y Hermione estaban platicando. Harry le preguntaba a sus amigos cómo era que habían terminado juntos, y ellos le contaron su historia.
- Yo me di cuenta en las vacaciones – decía Ron, – después de lo que pasó en el Ministerio de Magia. Ahí me di cuenta cuan importante es ella para mí. – concluyó algo sonrojado.
- Yo siempre pensé en Ron como un buen amigo, pero, cuando lo volví a ver después de vacaciones, en Grimauld Place, bueno, jamás pensé que cambaría tanto y que se pondría tan… guapo – dijo, la chica con la cara colorada.
- ¿Así que desde las vacaciones han estado juntos?
- Fue más complicado, al principio tenía miedo de hablarle – decía Ron. – Pero, con el tiempo, se fueron dando las cosas.
- Dejamos de pelear y comenzamos a entendernos mejor. Salíamos de vez en cuando, y nos la pasábamos muy bien juntos – decía Hermione. – Pero aún así, tenía miedo de que no funcionara y que perdiéramos nuestra amistad.
- Y lo de Halloween, ¿qué pasó?
- Ron me invitó a salir, solo los dos, pero nos interrumpieron.
- Lo admito – dijo el pelirrojo, avergonzado, – quería poner celosa a Hermione, para ver cuanto le importaba.
- Así que yo hice lo mismo. Le hablé de ti. Que mejor que hacerlo sentir celos, si no es con su mejor amigo.
- Pues funcionó. – respondió Harry. – Pero estaba enojado conmigo y no contigo.
- Siento mucho lo que te dije ese día, no era mi intención.
- ¿Y cuando de hicieron novios?
- Antes del juego contra Slytherin. Pero decidimos mantenerlo en secreto….
Aún no terminaban con la conversación cuando apareció Luna Lovegood, disfrazada de águila real y se les acercó.
- Buenos días – saludó la chica, con su habitual tono soñador.
- Bonito disfraz – comentó Ron, entre risitas. Aunque la mitad de los alumnos también reían.
- Gracias – respondió ella, amablemente. – ¿Irán al partido?
- Claro que iremos. – dijo Harry.
- Jugamos contra Slytherin, espero que ganemos.
- Todos lo esperamos. – agregó Ron.
Al terminar su desayuno, los tres chicos salieron al campo, junto con el resto del alumnado. Encontraron buenos lugares, donde tenían una panorámica de todo el estadio. En ese momento salieron los jugadores al campo. Harry miró hacia ellos, frente a frente, en el aire, se encontraban Anny y Cho. El chico se sintió algo extraño al ver a Cho, ella seguía siendo muy hermosa, y con el cabello recogido en una cola de caballo, ondeando al sol, se veía más linda, incluso más que Anny, pero había algo diferente. Anny llamaba más su atención que Cho. Aunque Cho se viera más bonita, Anny le atraía más, con su cabello oscuro bien recogido en un moño, para que no le estorbara y con sus lentes de óvalo y armazón negro, por los que podía distinguir sus misteriosos y bellos ojos. Definitivamente Harry había olvidado a Cho y había puesto sus ojos en Anny.
El partido comenzó. En los primeros 10 minutos Ravenclaw anotó 3 goles, mientras que Slytherin ninguno. Malfoy y Cho sobrevolaban el campo sin la menor idea de donde pudiera estar la pelota dorada. Anny sobrevolaba los aros de Slytherin, como esperando, hasta que, minutos más tarde, Alan dio la orden y la chica salió disparada en su extraña escoba negra. Ella comenzó a atacar sin piedad. En tan solo media hora logró anotar 25 tantos, y Ravenclaw ya no pudo anotar otra vez. Harry pudo vislumbrar a Cho cómo volaba desesperada buscando por la snitch, que atrapó cerca de los aros de gol. Aunque Ravenclaw atrapó la snitch, el partido lo ganó Slytherin, por puntos.

Aquella noche, antes de irse a la cama, Harry no podía dejar de pensar en Anny. Sus ojos, su boca, su cuerpo, su cabello, su forma de decir las cosas, su personalidad fuerte y decidida, sus ideas, toda ella le gustaba y mucho. El chico volteó hacia la cama de su amigo y lo vio dormido. Se sintió un poco celoso de él. Harry también quería tener novia (ahora sí), y quería que Anny lo fuera. Pero el chico no sabía que sentía ella por él. Es cierto, ella lo besó en navidad, pero eso no significaba mucho, puesto que no lo había vuelto a hacer, ni siquiera lo había mencionado. Por un momento, el muchacho cerró los ojos y apareció la imagen de Anny, sonriéndole. Poco a poco se fue quedando dormido.
Abrió los ojos en medio de la oscuridad de la noche, no escuchaba nada a su alrededor. Se enderezó, se volvió a acostar, dio vueltas en la cama hasta quedar boca arriba, se cubrió con la sábana hasta la cintura, observó las cortinas de terciopelo que lo dejaban fuera de la vista de los demás. Ahora miraba al techo, presentía que algo estaba apunto de pasar, y así fue. De la nada, al pie de su cama, las cortinas se abrieron, y ahí, erguida frente a él, estaba Anny. Ella traía puesta una suave bata blanca, como de seda, algo transparente y seductora, con un amplio escote, sin mangas y muy corta. Harry se enderezó para verla mejor.
- ¿Qué haces aquí? – dijo en un susurro, – se supone que tú no puedes entrar aquí, ni siquiera a la sala común, ¿quién te dio la contraseña?
Ella no contestó, se limitó a sonreír de una forma muy sugerente. Se subió a la cama y cerró las cortinas, para quedar otra vez fuera de la vista del público. Lentamente, se deslizó hasta llegar a Harry, que empezó a ponerse nervioso y a sentir un intenso cosquilleo en todo su cuerpo. Ella se aproximó tanto a él, hasta quedar a un palmo de su rostro, levantó la sábana con que se cubría y se acomodó sobre él.
- ¡¿Qué haces?! – preguntó Harry, un tanto asustado.
Ella seguía sin hablar, tan solo lo miraba con aquellos hechiceros ojos café oscuro. Harry sentía el peso de ella sobre sus piernas. Entonces Anny puso sus brazos alrededor de su cuello y lo besó en los labios, tan ávidamente que casi lo deja sin aliento. Despacio, mientras se besaban, Harry fue situando sus manos sobre su cintura, acercándola más hacia él. Ella le quitó la camiseta de la pijama que traía puesta, dejándolo desnudo de la cintura para arriba. Poco a poco se fue inclinando hacia atrás hasta quedar nuevamente acostado, solo que ahora Anny estaba sobre él. Ella empezó a besar su cuello, su pecho, sus brazos, de pronto se levantó y se quitó la bata, dejando su pecho al descubierto. Se inclinó nuevamente sobre él. Harry sentía muchísimo calor, estaba experimentando sensaciones como nunca lo había hecho y cierta parte de su cuerpo cosquilleaba de una forma inquietante, no podía evitar ciertos movimientos extraños en sus caderas, movimientos que ella provocaba con el simple contacto de su cuerpo desnudo. Sus manos estaban muy inquietas, andando todo su cuerpo, mientras la aferraba con fuerza contra su pecho. Sentía su aliento sobre su rostro, su corazón se aceleraba con cada caricia, con cada beso. El cabello de Anny caía suavemente sobre él, cubriéndolo como una delicada y fina seda oscura. Ella comenzó a bajar sus manos desde su pecho hasta su cintura, metiéndolas por debajo de su pantalón. Harry estaba en medio de un éxtasis indescriptible, sus ojos estaban en blanco, su respiración rápida y entrecortada, y su corazón parecía que se saldría de su pecho. Sentía la mano de la chica acariciarlo con suaves movimientos de masaje. Aquello era una bomba a punto de estallar. De pronto… ¡PUM!
Se despertó. La habitación seguía a oscuras, él estaba solo en su cama, podía oír el ronquido de sus compañeros de cuarto. Estaba sudando profusamente, se enderezó, se puso sus gafas y entonces se percató de algo, levantó la sábana que lo cubría, << 'demonios' >>, se dijo, << 'ahora tendré que cambiarme' >>. Se levantó de la cama y abrió las cortinas, ahí no había nadie más que los habitantes del dormitorio, no había ninguna chica de Slytherin en ropa interior ni nada por el estilo. << 'Anny debe estar placidamente dormida en su cama' >>, pensaba Harry, cuando se le vino a la mente la imagen de ella sobre su cama, pero no dormida precisamente. Se estremeció, había muchas hormonas corriendo por su sangre en ese momento. Sacó una pijama limpia de su baúl y también una sábana, se cambió y acomodó la sabanilla para volver a dormir. Fue entonces cuando lo escucho, un extraño ruido proveniente de la sala común. Miró su reloj, eran las 4:30 de la madrugada, se supone que todos los alumnos deberían estar dormidos, ¿quién podría ser allá abajo a esas horas de la noche?. Inconscientemente pensó que su sueño podría hacerse realidad, pero como no estaba seguro, tomó su varita, se encaminó hacia la puerta de la recámara y la abrió. Lentamente, con cautela, salió de la habitación, bajó las escaleras de caracol, siempre en guardia. La sala estaba a oscuras, excepto por la débil luz que emanaba del fuego de la chimenea. Harry sintió muy familiar aquella escena. De pronto, pudo ver entre las sombras algo que corría de un lado a otro muy rápido, tirando sillas y escondiéndose detrás de los sillones. Harry recordó la noche en la oficina de la profesora Robinson. Cerca de una de las patas de la mesa de trabajo, vio un bulto negro que se movía de una forma extraña pero no emitía ningún sonido. Se acercó despacio, con su varita en alto iluminó el bulto. De repente el bulto le saltó encima, haciéndolo caer de espaldas. Ese bulto era el gato de Hermione.
- ¡¡Crookshanks, eres tú!! – dijo Harry, al ver al animal sobre sus piernas. – ¡me asustaste, maldito gato!
Pero el animal no hacía ruido alguno. Cuando lo miró más de cerca se dio cuenta de que estaba herido.
- ¿Crookshanks?, pero que…
En ese instante el fuego de la chimenea creció haciendo un gran estruendo y se volvió de color verde y la misma extraña criatura que había visto en aquella ocasión en la oficina de Robinson salió corriendo de las sombras hasta llegar ahí y escapar. Pero esta vez Harry pudo ver con más claridad lo que era. No era una gato enorme, sino como un garrafal perro, muy parecido al Grim de sus antiguos sueños, pero no era de color negro, sino como gris, y ya era la segunda vez que lo veía despierto.
- ¡¿Qué pasa?!
Harry, que seguía sentado en el piso cargando al animal, volteó hacia las escaleras de caracol y vio a varios de sus compañeros levantados, entre ellos Hermione.
- ¡¡¡Crookshanks!!! – gritó la chica al ver a su mascota en las piernas de Harry. - ¡¿Qué le pasó?!
- No lo sé – respondió Harry, entregándole al gato, – cuando llegué aquí ya estaba herido.
- ¿Qué fue lo que pasó? – preguntó Ron, al ver que había alguna sillas tiradas.
- Algo se metió por la chimenea.
- Eso es imposible. – dijo Ginny – Nada ni nadie puede entrar en Hogwarts así como así.
- ¿Viste algo, Harry? – preguntó Ron.
- No estoy seguro, fue algo muy raro.
- ¡Necesitamos llevar a Crookshanks con la profesora Grubbly-Plank, está sangrando mucho! – decía Hermione casi entre lagrimas.
- Vamos, yo te acompaño. – dijo Ron.
Ambos salieron del cuarto. Mientras el resto de los chicos se dirigían otra vez a sus camas, pero Harry miraba fijamente el fuego.
- ¿Harry? – habló Ginny, – ¿qué pasa?
- Nada. – respondió él – será mejor que subamos a dormir, todavía falta para que amanezca.
La chica asintió con la cabeza. Harry se encaminaba hacia las escaleras de caracol cuando vio un destello en el piso que crecía cerca de la chimenea. Se acercó y recogió una especie de cadenita de la que pendía un cristal blanco semitransparente que tenía en el centro una piedra de color negro. Pero cuando tocó ese cristal, la piedra comenzó a brillar intensamente.
- Harry. – volvió a llamarlo Ginny.
- Ahora voy. – respondió él, mientras contemplaba la roca. Entonces, como si una luz se encendiera en su cerebro, lo recordó. Esa no era la primera vez que veía al animal, ni la segunda. Empezó a hacer cuentas. La primera vez lo vio en la oficina de Robinson, con Parvati y la segunda esta noche, pero había otra ocasión, mientras estaba atrapado en aquel horripilante bosque dentro de su mente. Esa criatura que lo asechaba en la oscuridad, ese lobo que lo mordió, o mejor dicho, esa loba, ya que se transformaba en una mujer. Era la mujer que lo atacó la noche antes de navidad en casa de los Weasley. La mujer que lo mantenía atrapado en esa oscuridad. Siempre había sido esa mujer.

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