martes, 22 de enero de 2008

Capítulo 34.- Después de todo.

Estaba todo tan oscuro como el abismo de un hoyo negro en el infinito universo. Harry sentía su cuerpo tendido en la nada, sin movimiento alguno, tan frío como si estuviera congelado. De la nada, un intenso calor surgió de su mano derecha y comenzó a extenderse por todo su cuerpo, concentrándose principalmente en su pecho. Esa calidez lo reanimaba y lo hacía sentir que recuperaba la movilidad. Poco a poco, fue tanteando su cuerpo y lo primero que hizo cuando consiguió moverse, fue cerrar su mano derecha para tratar de aferrar aquello que le daba calor, pero ya no tenía nada. Lentamente abrió los ojos y miró dicha mano, que solo apretaba la brisa suave que entraba por la ventana abierta, sin embargo, aún tenía la sensación de haber tocado algo con ella, un algo que le daba una sensación de alivio.
Harry se enderezó un poco y se puso sus gafas para ver a su alrededor, se percató de que estaba en la enfermería del colegio y que su cama estaba resguardada por biombos para que nadie lo viera; pero también se dio cuenta que alguien había estado con él, porque había una abertura entre los biombos, que ese alguien dejó al salir.
De pronto se escucharon un para de voces provenientes del exterior de las mamparas.
- Srta. Waller, ¿otra vez aquí? De haber sabido que se pasaría aquí el resto de la semana no la habría dado de alta. – se escuchó decir Madame Pomfrey.
- Sí verdad. – respondió la voz conocida de Anny.
- Él se pondrá bien.
- Sé que sí. Ya pude sentir su calor.
- Y usted, ¿cómo está?
- Bien, mi brazo ya está mejor, como nuevo.
- Yo sé que su brazo está bien, si no, no la hubiera dejado salir. Pero sabe a lo que me refiero.
- Bueno, estoy bien, dentro de lo que cabe.
- Pues no se le ve muy bien, desvelándose y preocupándose como lo hace.
- En serio, estoy bien, fresca como lechuga.
- Si claro. Sobre todo cuando casi se desmaya ayer por el cansancio y la falta de comida.
- Solo fue un leve mareo, nada de que preocuparse.
- Más le vale. Pero no se apure, yo espero que éste muchacho no tarde mucho en despertar, ya descansó bastante. Además no creo que quiera perderse el Banquete de ésta noche.
- Yo me conformo con que despierte.
- Nunca me imaginé que Potter le importara tanto.
- Yo tampoco, pero ya ve…
- Supongo que estará con él cuando lo haga, ¿no?, cuando despierte quiero decir.
- Él no quiere verme, por eso no me quedaré.
- ¿Está segura?, después de tantos días a su lado, ¿no se quedará?
- No. Me temo que ya lo he molestado lo suficiente y a veces hay daños que no se pueden reparar tan fácil.
- Debió haber sido muy grave lo que pasó entre ustedes dos.
- Digámoslo así, a veces, por más que se luche y por más que se intente, no se puede ir en contra de las circunstancias. Hasta luego Madame Pomfrey.
- Hasta luego, Srta. Waller.
Lo último que escuchó Harry fue el cerrar de las puertas de la enfermería cuando Anny salió. Él sintió una gran desolación al escuchar que ella pensaba que él no quería verla. En aquel momento Madame Pomfrey se acercó a su cama al darse cuenta que ya estaba despierto.
- Finalmente ha despertado, Sr. Potter. – le dijo la enfermera con una sonrisa en sus labios.
- Ella estuvo aquí. – comentó Harry, sin poderse contener. – Ella me despertó. Sentí el calor de su mano en la mía.
- Sr. Potter, he trabajado aquí por muchos años y nadie ha visitado esta enfermería tantas veces como usted. Y déjeme decirle que ha venido mucha gente a verlo. Sus amigos, el Sr. Weasley y la Srta. Granger, Hagrid, maestros, incluso el director. También lo han venido a visitar casi todos los alumnos del colegio. Usted les salvó la vida a todos, así que le están agradecidos. Pero de todas la visitas, nadie ha venido tantas veces como la Srta. Waller. Ella ha pasado noches enteras a su lado. En más de una ocasión la reprendí y la mandé a dormir a las 6:00 de la mañana porque me la encontraba aquí, dormida a su lado, siempre tomándolo de la mano, nunca supe cómo le hacía para escabullirse. Supongo que escuchó la conversación de hace un momento, ¿cierto?
- No pude evitarlo.
- Ella es una buena chica, a pesar del concepto en que todos la tienen. Usted ha sido uno de los pocos, por no decir el único, que la conoce realmente. ¿Le puedo pedir un favor? – Harry asintió con la cabeza, – No pierda eso, no pierda su amistad con ella, porque ella de verdad lo necesita.
Harry solo agachó la cabeza, si ella supiera…
- Por cierto, – recordó Harry – usted dijo que no la hubiera dado de alta, ¿acaso ella estuvo herida de gravedad?
- Bueno, no de gravedad, para haber recibido el ataque que recibió le fue muy bien, pero sí estuvo herida. Al igual que varios de sus compañeros que también ayudaron luchado antes de que usted llegara, pero todos están bien, la mayoría estuvo solo unas horas, la Srta. Waller estuvo un par de días. Solo usted lleva aquí la semana completa.
- Creo que ya me siento mejor, ¿puedo levantarme?
- Claro que sí. Pero antes de que haga cualquier cosa, debe ir a la oficina del director. Él me ha pedido que en cuanto despierte y se levante lo mande para allá.
- De acuerdo.
- Pero antes de eso, tiene más visitas, el Sr. Weasley y la Srta. Granger están a punto de llegar. No me han dejado de molestar preguntándome por usted, así que les dije que vinieran, no tardarán en llegar.

Harry recibió a Ron y Hermione, que llegaron unos 5 minutos después que Anny se fuera. En cuanto entraron y lo vieron corrieron hacia él, Hermione lo abrazó muy fuerte entre sollozos de alegría y Ron le palmeó la espalda y estrechó su mano hasta casi quebrarle las falanges.
- ¡Harry, que bueno que ya estás bien! – dijo su amiga.
- Amigo tuvimos tanto miedo, por un momento pensamos lo peor. – comentó Ron.
- ¿Cómo sobreviviste, Harry?
- De milagro…
- Recibiste la maldición directamente. – dijo Hermione – ¿Fue por la protección de tu madre?
- No, la protección de ella solo duró hasta que Voldemort usó mi sangre para regresar.
- Bueno, eso no importa, lo que importa es que estás vivo. – agregó el pelirrojo.
- Harry, perdónanos por haberte abandonado en esos momentos. – dijo Hermione.
- No, perdónenme ustedes a mí por no haberles contado la verdad. Si le hubiera dicho desde el principio muchas cosas, tal vez no hubiera pasado lo que pasó.
- Pues nunca es tarde para enmendar un error, Harry – dijo Hermione. – Aún cuentas con nosotros, puedes decírnoslo.
Harry se dispuso a contarles todo. Les habló de su sueño cuando enfermó, de porqué cambió su actitud y les habló del Medallón.
- Entonces era como si ese Medallón te estuviera llamando, ¿no? – comentó Hermione. - ¿Cómo supiste donde encontrarlo?
- Por un libro que hallé en casa de Dumbledor y por mis padres.
- ¿Tus padres?
- Cuando estuve en San Mugo, inconsciente supuestamente, mi mente viajó al Valle de Godric donde me encontré con mis padres y con Sirius, ellos de alguna forma me dieron a conocer el lugar donde estaba el Medallón. Así que me escapé de la casa de Dumbledor y fui a ese valle a buscarlo.
- ¿Cómo te escapaste?, se supone que no se puede.
- Con el cristal de Annon.
- ¿El qué?
- El cristal de Annon. Con ese cristal Velda entraba al colegio. Ella lo perdió, yo lo encontré y averigüé la forma de usarlo.
Ron y Hermione seguían con las caras de interrogación, así que Harry tuvo que explicarles cómo encontró el cristal y cómo aprendió a usarlo.
- Y, ¿cómo supiste que estábamos en peligro? – preguntó Ron.
- Bueno, cuando encontré el Medallón tuve una visión de Voldemort aquí y me di cuenta de lo que planeaba. Además, cuando salí del bosque me topé con un ejercito de mortífagos y dementores, pero ellos no me vieron. Todos ellos se dirigían a Londres, por lo que pensé que era un trampa para sacar a Dumbledor de la escuela y poder atacarla sin problemas. No podía permitirlo, así que me vine para acá.
- Pues llegaste justo a tiempo. Voldemort llegó minutos antes, durante la cena. Apareció junto con sus mortífagos, destruyendo las mesas y acorralando a los maestros. – dijo Ron.
- Algunos intentamos enfrentarlos – agregó Hermione – pero salió peor, los mortífagos que lo acompañaban eran mucho más salvajes y despiadados que Bellatrix.
- Eso sin mencionar que eran mucho más poderosos. Ni siquiera Snape y McGonagall lograron mantenerse en pie enfrentándolos. – continuó Ron.
- Increíblemente, la que más resistió fue Waller, pareciera que conocía todos sus hechizos y sus formas de atacar, porque no podían vencerla. – comentó Hermione. El corazón de Harry comenzó a latir más rápidamente al escuchar lo que decían de Anny.
- Es cierto – continuó Ron – ella les dio mucha batalla hasta que esa mortífaga casi la mata.
- ¡¿Qué le hizo?! – preguntó Harry inmediatamente y algo alterado.
- Le quebró el brazo al lanzarla y estrellarla contra la pared, luego de haberla torturado con la maldición cruciatus. – contestó Ron, algo sorprendido por la reacción de Harry.
- Cuando ella ya no pudo más, los mortífagos la retuvieron con ellos por órdenes de esa mortífaga. – continuó Hermione, que también se sorprendió. – Luego de eso nos rodearon.
Harry apretó los puños lleno de ira, pero trató de ocultarlo un poco. Sus amigos hicieron como que no se dieron cuenta.
- Cuando nos sitiaron a todos, – prosiguió la chica – Voldemort sacó un cáliz negro y lo levantó por sobre su cabeza pronunciando un hechizo, entonces comenzó a absorber nuestra energía o algo así, porque nos sentíamos débiles. Pero llegaste tu justo antes de que nos acabara.
- Todo eso que pasó fue por mi culpa. – dijo Harry sin compasión – Esa era precisamente la razón de todo. No quería que nada les pasara, pero salió todo al revés. Voldemort me ganó otra vez. Logró sacarme del colegio para atacarlos y que yo no pudiera ayudarlos.
- No fue tu culpa Harry. Además llegaste a salvarnos.
- Pero no evité que los lastimaran… no evité que la lastimaran. – dijo Harry con frustración más para sí que para sus amigos, quienes intercambian miradas de confusión ante lo que escuchaban. – Yo pensaba que si los mantenía al margen de todo estarían a salvo, que si no les decía nada no estarían en peligro. – comentó el muchacho a sus amigos. – Ahora me doy cuenta de que eso fue un terrible error. Todo fue en vano, aunque les hablé de la profecía, porque no me quedó otra opción, nunca les mencioné lo del Medallón, cosa que debía haberles dicho, pero no lo hice… ni siquiera se lo dije a… - el muchacho se detuvo.
- ¿A quien? – preguntó Hermione.
- ¿A Anny, tal vez? – inquirió Ron.
Harry miró estupefacto al pelirrojo.
- ¿Anny? – preguntó Hermione, mirando a Ron. – ¿Quién es ella?
- Estoy esperando a que Harry me lo diga. – contestó el chico.
Harry recordó que Ron había leído la carta que ella le mandó en las vacaciones de pascua, que pasaron en casa de Dumbledor. El chico no tuvo más remedio en ser completamente honesto, más de lo que había pensado. Suspiró y meditó antes de hablar.
- Si… bueno… hay otra cosa que deberían saber. Se trata de Veranna Waller, Anny, como le digo de cariño.
- Déjame adivinar – habló Ron. – Ustedes son buenos amigos.
Harry seguía sorprendido por las conclusiones de su amigo.
- Nunca lo ocultaste muy bien que digamos. – comentó Hermione. – Los trabajos en la biblioteca, el gusto de ir a la clase de Pociones, la forma en que ella te trataba diferente a los demás, fueron muchas cosas Harry.
- Bueno, sí, fuimos amigos… hasta febrero.
- ¿Porqué hasta febrero?
- Porque… pues… en febrero le pedí que fuera mi novia.
- ¡¿QUÉ?! – dijeron al unísono.
- El embrujo fue más fuerte de lo que pensé. – alegó Ron.
- No, no hubo ningún embrujo. Ella me gustó desde que la conocí, pero primero comenzamos como amigos. Me fue muy difícil ganarme su confianza, tuve que contarle toda mi vida.
- ¿Le contaste toda tu vida?
- Todo, incluso cosas que no les había dicho a ustedes, como lo de la profecía, aunque nunca le mencioné mis sueños. Pero ella también me dijo todo sobre su vida y créanme, no ha sido fácil.
- ¿Tu la quieres mucho, Harry? – preguntó Hermione con un extraño tono de compasión.
- Más de lo que te puedas imaginar. – contestó su amigo con sinceridad. – Por eso me da tanto coraje no haber estado aquí para salvarla de las garras de su propia madre.
- Espera, ¿su madre dijiste?
- Sí, esa mortífaga es su madre y ella conoce perfectamente a todos esos mortífagos.
- Por eso sabía cómo atacaban. – dijo Ron.
- Harry… bueno… tú la quieres mucho pero… ¿ella siente lo mismo por ti? – preguntó su amiga.
- ¿Por qué la pregunta?
- Por nada… solo que… - alegó Hermione.
- Que no creemos que te quiera tanto como tú a ella, si te pegó semejante bofetón que…
- ¡Ron! – reprendió Hermione.
- ¿Qué? Es cierto, ¿no?
- ¡Sí, pero no tienes que comentarlo de esa forma!
- Esa cachetada me la merecía, créanme. – comentó Harry.
- ¿Por qué? ¿Se pelearon? – preguntó la chica.
- Yo terminé con ella.
- Si la querías tanto, ¿por qué lo hiciste? – preguntó Ron.
Harry suspiró profundamente.
– ¿Recuerdan cuando estuvimos de vacaciones y me puse mal?. – los dos asintieron. – Bien, pues fue por una terrible pesadilla. Vi a Voldemort que la tenía y la torturaba, pero también le decía que yo la iba a matar y a ustedes. Ya les dije que no podía permitir que eso pasara y por eso me alejé más de ustedes, pero ella es más difícil de tratar. Yo sabía que no me dejaría por nada del mundo, así que decidí terminar nuestra relación de la peor manera posible… Siempre he sido bueno para ahuyentar a la mujeres, pero con ella era diferente, no tenía una excusa como para ponerla celosa o algo. Así que lo único que se me ocurrió fue darle en donde más le doliera… en su corazón.
- ¿Qué le hiciste, Harry? – preguntó su amiga. El chico evitaba su mirada.
- La humille – respondió al fin amargamente, – la insulté, le grité cosas terribles…
Harry suspiró nuevamente y bajó la cabeza, abatido.
- ¿Por qué no hablas con ella?, si tanto te importa…
- Ni siquiera me dirigirá la palabra. Ella jamás me perdonara.
- Como te dije antes, nunca es tarde para enmendar un error. Tal vez con un poco de tiempo… – comentó Hermione.
- No lo creo. Si te hubiera dicho a ti lo que le dije a ella, jamás me dirigirías la palabra otra vez, Hermione. Fui un estúpido.
- ¿No has pensado, Harry, que tal vez sea lo mejor? – indagó Ron. – Es decir, igual que con Cho, las cosas probablemente no iban a funcionar y era mejor que acabaran a tiempo.
- Lo de Cho en realidad nunca fue tan serio, Ron. Me di cuenta que ella y yo no éramos muy compatibles y la sombra de Cedric siempre iba a estar presente. Con Anny todo era diferente, ella siempre me dio fuerza y apoyo, aún con su silencio, sin necesidad que le dijera lo que me estaba pasando, ella lo adivinaba. Ella arriesgó su vida para sacarme de la oscuridad y poder despertar, ella supo desde un principio que había caído en la trampa de Voldemort y trató de persuadirme, pero yo no la escuché. Ella es una gran parte de mi vida y se ha ido, ahora cree que no quiero verla.
- ¿Cómo lo sabes?
- Estuvo aquí hace un rato, incluso me ayudó a despertar.
- Aún no lo sé, sigue siendo Slytherin, Harry. – insistió Ron.
- ¿Y eso que? La vida que ha tenido no la ha convertido en la bruja más bondadosa del mundo. Nadie más la conoce como yo. ¿Qué importa la casa a la que pertenezca? Eso no determina que tipo de persona es.
- De acuerdo, pero no te enfades.
- No estoy enfadado.
Harry desvió la mirada hacia la ventana, tratando de evitar que sus amigos vieran en sus ojos cuanto le dolía el hablar de ella. Instintivamente el chico levantó su mano hasta su pecho para buscar el Medallón, pero ya no lo tenía consigo. Inmediatamente se levantó de la cama y comenzó a buscarlo como loco.
- ¿Qué pasa Harry?
- ¡El Medallón! ¡No encuentro el Medallón!
- ¿Dónde lo dejaste?
- Si lo supiera no lo estaría buscando. ¡Madame Pomfrey! – habló el chico a la enfermera que casualmente pasaba por ahí.
- ¿Qué le pasa, Sr. Potter?
- ¡¿Usted tomó el Medallón que traía en el cuello, uno con la cabeza de un león y una esmeralda?!
- No, yo no lo tomé. Lo tomó el profesor Dumbledor. Él se lo entregará cuando hable con él.
Harry dio un respiro de alivio.
- Creo que ya te quitamos mucho tiempo. Debes ir a hablar con él. – dijo Hermione.
- Supongo que te dejará regresar al colegio, ¿no? Después de todo lo que pasó. Eres el héroe de la escuela y todos te admiran y te respetan.
- Y ya no me temen ¿eh?
- Claro que no. La forma en que te enfrentaste a Voldemort y a esos mortífagos nos dejó a todos impresionados.
Harry solo asintió con la cabeza. Los dos chicos salieron de la enfermería después de decirle que lo esperarían en la sala común, luego Harry se alistó para salir de la enfermería e ir en dirección a la oficina del director.

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