lunes, 21 de enero de 2008

Capítulo 13.- La noche de Halloween.

- ¡Eso no puede ser!. – dijo Harry, más alto de lo que hubiera querido. Varios de sus compañeros voltearon.
- No es conveniente que hablemos aquí – dijo Hermione – vamos a la sala común.
Los tres caminaron lo más rápido que pudieron hasta llegar a la torre de Gryffindor sin decir ni una sola palabra en el camino.
- Lee esto.
Su amiga le dio el diario donde venía en letras grandes de titular:

CAPTURA MASIVA DE MORTÍFAGOS

“En la noche de ayer y durante la madrugada de hoy se llevó a cabo la captura de más de 20 mortífagos, los cuales había sido sorprendidos en una emboscada en una casa de los suburbios de Londres. Al parecer la casa que querían atacar estaba protegida por el encantamiento Fidelio, pero eso no impidió que lograran encontrarla. En el número 12 de Grimmauld Place se encontraba un gran número de magos, tanto del ministerio, como de otros lugares, todos reunidos con Albus Dumbledor, el director del Colegio Hogwarts, de Magia y Hechicería. No se sabe que estaban haciendo ahí, pero, según parece, ya estaba al tanto de que serían atacados. En el lugar de los hechos se dio un combate como hacía mucho no se daba. Murieron tres mortífagos y dos aurores, pero el resto solo quedó con heridas mínimas. Lograron escapar 5 mortífagos, entre ellos una mujer. El Ministro de Magia, Cornelius Fudge, que sigue en su cargo actual, no ha dado la información completa acerca de lo sucedido, pero dice sentirse feliz, porque, “si esto es todo lo que quien-ustedes-saben puede hacer ahora, no es tan fuerte como antes”, palabras textuales del ministro. Por otro lado, un hecho desconcertante es que en el lugar de los hechos, muchos magos lograron distinguir entre los mortífagos que lograron escapar a Peter Pettigrew, el mago supuestamente asesinado por Sirus Black. Ahora todo el mundo se pregunta sí realmente fue Black quien cometió los crímenes de hace 15 años…”


- ¿Cómo pudieron encontrar la casa? – preguntó Harry.
- Alguien tuvo que decírselos, es la única forma. – contestó su amiga.
- Por lo que dice, Dumbledor sabía que los atacarían.
- No entiendo nada – decía Ron.
- ¿No lo ves, Ron?, si encontraron la casa es porque alguien dentro de la orden los traicionó, la pregunta sería ¿quién?.
- Voldemort no mandó este ataque – dijo Harry. Sus amigos lo miraron desconcertados. – Él ni siquiera lo sabe.
- ¿Por qué dices eso?.
- Desde hace tiempo no he sentido nada, es como, es como si ni siquiera existiera. No lo entiendo. ¿Dónde estará?.
- ¿Cómo se habrán enterado que los atacarían?. – preguntó Ron.
- No lo sé, al menos se enteraron. – respondió Hermione.
- Hagrid tiene razón, algo muy malo se está cocinando. – comentó el pelirrojo.
Aquella noche Harry no pudo dormir, estaba demasiado preocupado por esa noticia. Alguien había delatado a la Orden del Fénix ante los mortífagos, un nuevo traidor, pero ¿quién podía ser?, y lo más desconcertante, Harry estaba seguro de que Voldemort no había estado al tanto de aquel ataque. ¿Dónde demonios estaría Voldemort para no haberse dado cuenta de aquello?.

*
Era la noche de Halloween y otra visita a Hogsmead. Todos los alumnos regresaban del pueblo para la cena de Noche de Brujas. Aquella no había sido precisamente una salida muy agradable para Harry, porque cuando estaba con sus amigos sentía cierta incomodidad que no lo dejaba tranquilo, como si sus amigos hubieran querido ir solos pero no quisieron decírselo, así que él tomó la iniciativa y se fue a vagabundear solo por el pueblo hasta la hora de regresar. Mientras andaba por ahí, vio a Veranna, pero lamentablemente no estaba sola. Venía con Alan, con quien platicaba muy amenamente, según Harry. Él no la dejaba ni a sol ni a sombra. Ya de regreso al castillo, Harry se encontró con sus amigos, aparentemente no habían sido buena idea dejarlos solos, porque los dos estaba furiosos y no se dirigían la palabra.
- ¿Qué pasa? – preguntó Harry.
- Pregúntale a tu amigo – contestó Hermione indignada.
- ¡Porque no le preguntas a ella, la señorita celosa!
- ¡¿Yo celosa?!, ¡Como si pudiera sentirme celosa de ti!
- ¡¿Entonces porque armas un escándalo?!
- ¡YO NO ESTOY ARMANDO NINGÚN ESCÁNDALO!
- ¡¿Y COMO LLAMAS A ESTO?!, ¡COMO SI HUBIERA SIDO TAN GRAVE!
- ¡Muchachos, tranquilos!
Harry trato de hacer que sus amigos se sentaran y dejaran de gritar, porque estaba llamando la atención de todos los demás. Hermione parecía estar al borde de las lágrimas.
- ¡TE ODIO, RONALD WEASLEY! – dicho esto, la chica salió corriendo del Gran Comedor. Todos la seguían con la vista, incluso Ron, que respiraba muy rápido y se agarraba la cabeza como si hubiera metido la pata como nunca en su vida.
- ¿Qué les pasa a ustedes dos? – preguntó Harry, pero Ron no le contestó, sino que se levantó de su silla para ir tras ella.
Harry se quedó solo otra vez. No tenía ni la más remota idea de porque sus amigos se comportaban así, nunca los había visto tan enojados el uno con el otro, excepto cuando Ron creyó que el gato de Hermione se había comido su rata, pero algo le decía que esta vez era diferente.
- ¿Qué les pasa a tus amigos?.
Varios chicos de Hufflepuff se acercaron a preguntar. Harry se encogió de hombros. Aquella discusión le había quitado el hambre, pero solo por un momento. En eso se le acercaron Parvati y Lavander. Harry puso cara de “Oh Dios, aquí vienen”.
- Tu amiga sí que tiene carácter. ¿Ya te vas Harry, si no has cenado?.
- No tengo hambre. – respondió Harry mientras se levantaba de la mesa y rogando que sus tripas no hicieran ruido.
- Hermione no debería tomárselo tan a pecho. – comentó Lavander.
- ¿De que hablan?, ¿ustedes saben porqué estaba molesta?.
La dos chicas se miraron con complicidad, tratando de ocultar una risita.
- ¿Saben o no?.
- Lo único que sabemos es que hizo un escándalo en Las Tres Escobas. – dijo Parvati.
- Mejor le pregunto a ella. – dijo Harry con fastidio y se marchó, dejándolas solas.
Harry realmente quería saber porque se molestaron, pero no quería saberlo de esas dos chicas, después de su experiencia con Parvati, pensó que ellas distorsionaría la verdad. Iba andando deprisa por los pasillos sin saber siquiera a donde se dirigía, no tenía deseos de regresar al dormitorio todavía, ya que posiblemente Ron y Hermione estarían discutiendo, pero tampoco quería regresar al Gran Comedor. Sus tripas empezaron a rugir de hambre porque por culpa de esas dos chicas ya no cenó. << 'Creo que buscaré comida' >>, pensaba mientras caminaba sin rumbo. De pronto escucho un par de voces que discutían a la vuelta de un corredor. Primero pensó que eran Ron y Hermione, pero luego se dio cuenta de que no reconocía aquellas voces y que, casualmente aquel era el pasillo que bajaba hacia las mazmorras donde estaba la sala común de Slytherin.
- ¡Vendrás conmigo!. – ordenaba la voz de un hombre.
- Oblígame. – contestaba la voz desafiante de una chica.
- ¡Claro que lo haré!
- ¡Ja!, quisiera verte intentarlo.
Harry trató de asomarse por la esquina con mucho cuidado para ver quienes eran los que discutían tan acaloradamente. Se trataba de Veranna y Alan.
- ¡Me acompañarás al Gran Comedor AHORA!.
- No tengo hambre, gracias.
- ¡No me importa si tienes hambre, TÚ HARÁS LO QUE TE DIGO!.
Alan intentó tomarla del brazo para obligarla a ir, pero ella sacó su varita en un abrir y cerrar de ojos y le dijo fría y amenazadoramente.
- Vuelve a ordenarme algo y tendré que dejar de ser sutil.
- ¿Me vas a atacar?
- Si es necesario…
- No tienes el valor de hacerlo – contestó él con tranquilidad. Pero ella sonrió.
- ¿Quieres ver como lo hago?. Cielos Alan, pensé que me conocías. No me provoques.
Él la miró un momento, sabía que ella era capaz de eso y de mucho más.
- Te estás metiendo en muchos problemas y yo ya no estaré para salvarte. Ten por seguro que se enterarán de esto.
- ¿Y tú crees que me importa?.
- Bien, ya te lo advertí.
Alan giró sobre sus talones y se fue, mientras Veranna se quedó, de pie y con la respiración algo agitada. Harry seguía escondido, esperando irse lo más sigilosamente posible, pero entonces…
- ¡¿Piensas quedarte toda la noche ahí escondido, Potter, o solo hasta que me vaya?!.
Harry no tuvo más remedio que salir de donde estaba.
- Perdón, no quise…
- La gente nunca quiere – atajó ella, - pero lo hace. Veo que aún no puedes aguantarte la curiosidad cuando escuchas ruidos extraños, ¿verdad?.
- No, yo… – Harry estaba en problemas, no sabía que decir ni como defenderse, ella se veía furiosa y capaz de golpear a cualquiera que se cruzara en su camino.
- ¿Vas a decirme qué demonios haces aquí, o tendré que adivinarlo? – preguntó Veranna, tratando de controlarse.
- No tenía hambre y decidí irme a dormir temprano…– decía mientras su estomago rugía de hambre tan fuerte que ella se dio cuenta. Lo miro con recelo. – No era mi intención espiarlos, es que escuché voces y me preguntaba quienes eran, es todo. – dijo en forma de disculpa.
- Si, claro, como no. El mismo detalle de tu curiosidad.
- Es en serio, yo…
- Esta bien, esta bien, solo… cállate. – respondió fastidiada.
- ¿Estas bien? – preguntó Harry con cautela.
- ¡¿Crees que estoy bien?!.
- Pues…
- ¡Claro que no estoy bien… me muero de hambre!. Pero ni LOCA bajo al Gran Comedor. – parecía que el coraje se le estaba pasando, guardó silencio por un momento, sin prestar mucha atención en Harry, luego le preguntó:
- ¿Sabes que detesto en un hombre?.
- No. – respondió Harry, algo confundido por la pregunta, ¿qué tenía que ver eso con bajar a cenar?.
- Detesto que me griten, y más odio que me digan lo que puedo y no puedo hacer. Ni mi abuelo hacía eso, ¿por qué lo va hacer él?. – Harry se encogió de hombros. – Pero no importa ya. – continuó Veranna mirando a Harry con ojos de complicidad. – tendré que bajar a las cocinas a buscar algo de cenar.
- ¿Sabes donde están las cocinas? – preguntó Harry, extrañado.
- No – respondió ella impaciente, – pero vagaré toda la noche por el colegio buscándolas hasta que las encuentre o hasta que amanezca, lo que suceda primero. Los fantasmas y los retratos pueden orientarme, o le puedo preguntar a los prefectos también. – concluyó con tono sarcástico.
- No puedes andar vagando por el colegio, te pueden atrapar.
- ¿Quieres ahorrarme el trabajo?.
Harry tenía cara de interrogación y Veranna de exasperación.
- De verdad Potter, necesitar practicar tu lógica de plomero. Es obvio que no sé donde están las cocinas porque llevo un par de meses en esta escuela, y no voy a estar toda la noche buscándolas. Pensé que estaba claro que te preguntaría a TI donde están. Pero si no quieres decirme, esta bien. Buenas noches.
- ¡No, espera!. Lo siento, si te diré donde están, es más, iré contigo.
- Pensé que no tenías hambre.
- Mentí.
Ambos sonrieron. Los dos caminaron por los pasillo hasta llegar al cuadro del frutero, donde Harry acarició a la pera para hacerla reír y poder ingresar a las cocinas. Ya dentro, Harry se encontró con Dobby, el elfo doméstico que había liberado hacía cuatro años antes del servicio de la familia Malfoy. A Dobby le dio le dio muchísimo gusto ver a Harry Potter (como siempre hizo su escándalo).
- ¡Harry Potter ha venido a ver a Dobby! – decía el elfo con su voz chillona, – ¡que feliz es Dobby!. ¿En qué puede servir Dobby a Harry Potter?.
- Nos gustaría algo de cenar, si no es mucha molestia.
- ¿Es una nueva amiga de Harry Potter? – preguntó el elfo al notar que no venía solo.
- Si, - respondió Veranna – soy una nueva amiga de Harry Potter.
Dobby puso una mesa circular para dos cubierta con un mantel azul, después colocó un par de sillas y les preparó un rico asado con puré de papa y de postre les ofreció pastel de calabaza. Tal vez era el hecho de que ambos estaban hambrientos, pero todo lo que comieron les pareció delicioso. Harry y Veranna permanecieron mucho tiempo en las cocinas, platicando de muchas cosas como los maestros, las materias, el Quidditch, etc. Hablaban, reían, se sentían muy a gusto el uno con el otro. Harry jamás pensó que ella fuera tan agradable, si la mayor parte del tiempo parecía estar enojada, pero aquella noche era tan accesible que sentía que podía decirle todo, sus secretos, sus sentimientos, todo, pero aún no se sentía seguro de revelar muchas cosas, aunque se moría por contarlas a alguien.
- …sí, Snape siempre me ha odiado. – decía Harry, mientras terminaba su postre.
- No veo por que, no eres tan malo.
- Me odia porque odia a mi padre. Está loco el tipo. Además yo también lo detesto. Como te habrás dado cuenta, le gusta quitarme puntos sin ninguna razón.
- No le des importancia, solo ignóralo.
- Para ti es fácil, no has tenido clase con él desde primero.
- Tal vez no, pero se lo que se siente que te traten de la forma más injusta posible, que te humillen y que te odien por algo que nunca has hecho.
- ¿Has pasado por algo así, Veranna?.
- Anny.
- ¿Perdón?.
- Llámame Anny. Veranna en muy largo y formal. Y lo que preguntaste, no creo que sea un tema para esta conversación.
- Muy bien, si no me quieres decir… Sabes, hay algo que me intriga de ti, ¿cómo es que a veces eres tan amable conmigo y otras veces parece como si ni me conocieras?. ¿Por qué eres así?.
- Autoprotección. Aprendí eso desde hace mucho tiempo.
- ¿Autoprotección de qué?.
- Del mundo. Es algo complicado y difícil de explicar. Pero discúlpame si te confundí con mi forma de ser o por haberte tratado mal, hay veces que no puedo evitarlo. Además, prefiero mantener nuestra amistad en secreto, ya que tu eres Gryffindor y yo Slytherin y no quiero causarte problemas. ¿Te molesta?.
- No, por supuesto que no, en eso tienes razón, pero… con Alan siempre te comportas diferente – comentó Harry, sin poder aguantarse.
- ¿Con Alan?- preguntó ella, extrañada – ¿acaso tu lo conoces?.
- Bueno, conocerlo, conocerlo, no… pero te he visto cuando estas con él.
- ¿Me espías, Potter?. – preguntó Anny, pero con una rara sonrisa en los labios.
- ¡No, claro que no!. – respondió Harry rápidamente. Poniéndose algo nervioso.
- Alan es muy especial para mí, – dijo ella, sonriendo como Harry nunca la había visto sonreír – sin él no habría sobrevivido hace un año. Él ha estado conmigo en momentos muy difíciles, pero ha cambiado mucho últimamente. Ya no puedo confiar en él como antes, y eso me duele. Ya ves, esta noche me habló como nunca lo había hecho. – ella bajó la cabeza y parecía contener el llanto con todas sus fuerzas. Luego se enderezó y suspiró, tragándose su dolor, – pero bueno, dejemos de hablar de él o me pondré sentimental. Por cierto, ¿qué hora es?.
- Ya es tarde, será mejor que nos vayamos… ¡¡AY!!.
Harry se estaba levantando de la silla cuando de pronto sintió un terrible dolor en su cabeza, un ardor punzante en su cicatriz tan intenso que lo cegó por un momento, no escuchaba nada, sus oídos zumbaban horrible, empezó a tambalearse por todos lados con las manos en la cabeza tapando sus oídos, como para que acabara el ruido, tumbó la mesa y varias cacerolas que los elfos estaban limpiando. Sabía que en algún lugar, Voldemort estaba tan furioso como nunca lo había estado en todo su vida.
De pronto, todo cesó, cayó de rodillas al piso, estaba increíblemente agotado, cubierto de sudor frío y temblando incontrolablemente. Por un momento creyó que el mismo Voldemort estaba con ellos en las cocinas. Levantó la cabeza y empezó a mirar a todos lados, como buscándolo entre las sombras.
- ¡Harry, Harry!. – Anny estaba de rodillas junto a él, estaba asustada. - ¡¿qué te pasa?!.
- Estoy… estoy… bien. – dijo entrecortadamente. Se levantó del piso ayudado por Anny. Aún podía sentir un poco de la rabia de Lord Voldemort en él.
- ¿Qué fue eso? – preguntó Anny.
- No fue nada, no te preocupes. – dijo al momento que se sentaba en una silla.
- No soy tonta Potter, ¿qué fue eso?.
- Como tú dijiste, eso no es tema para esta conversación. Debo irme.
- Espera.
- ¿Qué?.
- Tu mano.
Harry miró su mano derecha. Tenía sangre. Al parecer se había cortado con los utensilios que los elfos estaban lavando.
- Ven aquí.
Anny se sentó frente a él y con un trozo de su túnica hizo un venda para cubrirle la herida. Mientras lo curaba, ella se dio cuenta de que en el dorso de su mano había sutiles líneas brillantes de unas cicatrices que decían en conjunto: <<>>.
- Un recuerdo de Dolores Umbridge. – dijo Harry de repente, al ver que ella las miraba.
- Que linda – contestó Anny irónicamente, - ¿Qué mentiras le contaste para que te hiciera esto?.
- ¡No eran mentiras!. Y no quiero hablar de ello.
- Esta bien, tranquilo. Sabes, debes aprender a controlar tu carácter, eres muy bravo.
Ambos guardaron silencio por unos minutos. Entonces Anny dijo de repente:
- Debe ser difícil ser tú. Draco me ha contado muchas cosas sobre ti. Ninguna agradable, por cierto.
- Él no es precisamente un admirador mío – contestó Harry de mala gana.
- Todo lo que dice de ti lo dice con envidia. Apuesto a que él daría lo que fuera por tener lo que tú tienes.
- ¿Y que se supone que tengo?.
- Agallas.
Harry no dijo nada, tan solo la observaba. Ella siguió hablando, ahora sin mirarlo mientras le vendaba la mano.
- Es horrible guardar tantos secretos, te hacen sentir solo. Sabes que hay cosas que por más entereza que tengas, no puedes cargar solo, tú no puedes salvar al mundo. Todos creen que es fácil pedirte que hagas cosas, que los ayudes, creen que no sientes y les parece sencillo acusarte de lo que no puedes controlar. Para los demás es muy fácil juzgarte, porque nunca han estado en tus zapatos. Nunca han vivido lo que tú, ni han visto lo que tú, ni han sentido lo que tú. A veces deseas ser otra persona, para que todo acabe, para que se vayan el dolor y los malos ratos. O ser tan insignificante para que nadie se de cuenta de que existes y así no te exijan más de lo que puedes dar. – guardo silencio por un momento, levantó la vista para clavar sus ojos fijamente en él. – Tu crees que estás solo, pero no lo estas, ¿sabes?.
Harry seguí mirándola. Todas esas cosas que le dijo, parecía que ella lo conocía mejor que nadie y que sabía por todo lo que había pasado desde que llegó a Hogwarts hacía cinco años. Tenía un nudo espantoso en su garganta, quería gritar, o al menos contarle a Anny lo que le sucedía, la cicatriz, los sueños, la maldita profecía. Pero aún no se sentí lo suficientemente listo para explicarlo.
- Te acompañaré a tu sala común. – dijo ella, levantándose de su silla. Él solo pudo asentir con la cabeza y seguirla.
Los dos salieron de las cocinas pasada la media noche. Caminaron en silencio por un buen rato. Harry se sentía cansado, lo único que quería era llegar y dormir hasta el día siguiente.
- ¿Qué fue lo que te dijo Malfoy de mí?. – preguntó de pronto.
- ¿En serio quieres saber?.
- Sí.
- Dice que te gusta hacer espectáculos para llamar la atención, que hablas parsel, que eres un perdedor, que haces amistad con licántropos y semigigantes, que eres peligroso y otras tonterías como esas.
- ¿Crees lo que te dijo?.
- Hasta no escucharlo de tu boca, no creeré nada de lo que me diga acerca de ti.
- ¿Entonces como sabes tanto de mí?.
- Es increíble lo que puedes aprender de una persona cuando la ves a los ojos, o cuando prestas atención a pequeños detalles de su personalidad. Bien aquí es.
Llegaron al retrato de la Sra. Gorda, que estaba algo molesta.
- ¡Llegas tarde muchacho, si entras ya no sales!.
- ¿Por qué esta tan molesta?.
- Tus escandalosos compañeros siguen festejando Halloween y no me dejan dormir.
- Bueno Harry, me voy, ¿seguro que estarás bien?.
- No te preocupes, estaré bien, tengo demasiado sueño como para quedarme a la fiesta. Tú ten cuidado, que no te vayan a descubrir en los pasillos a esta hora.
- Tendré cuidado, nos vemos.
Ambos sonrieron, luego ella desapareció por el oscuro pasillo. Harry entró a la sala común donde casi todos los alumnos estaban festejando tan divertidos que ni se percataron de que había entrado, lo cual fue bueno porque así pudo subir a su habitación sin ser molestado. A los que no logró ver por ningún lado fueron a Ron y Hermione, posiblemente ellos no estaban en la sala común, porque cuando llegó al dormitorio, éste se encontraba vacío. En realidad, en ese momento no le interesaba mucho donde pudieran estas sus amigos, lo único que quería era descansar, su cabeza le dolía demasiado, así que se metió a su cama y cerró las cortinas de dosel. Aquella noche no durmió muy bien, sabía que Voldemort aún estaba enojado, especialmente con Bellatrix, a quien Harry sabía que estaban castigando, por el incesante ardor de su cicatriz.

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