lunes, 21 de enero de 2008

Capítulo 15.- Amistad de Navidad.

Faltaban solo unos días para las fiestas de Navidad. Por todo el colegio se extendió la noticia de cómo Parkinson dio a conocer su ajustada ropa interior. Todos se burlaban de ella, incluso Malfoy y sus amigos hacían mofa de la vergüenza de la chica. Por otro lado, Harry no había tenido oportunidad de hablar con Anny, ya que en clase estaba muy seria y no tenía otro lugar donde pudiesen platicar a gusto. Por fin, en una clase de pociones Harry le dijo casi en un murmullo, para no ser oído por Snape:
- Necesito hablar contigo.
- ¿De que?
- Aquí no. Te espero en el pasillo del 7° piso a la hora de la comida.
Y así pasó. Cuando Harry llegó al aula de Menesteres, Anny ya lo esperaba ahí, aunque ella no se había dado cuenta.
- ¿De qué quieres hablar?
- Solo espera a poder entrar.
- ¿A dónde?
Harry pasó tres veces frente a la puerta, pensando en que necesitaba un lugar cómodo para platicar. Ella solo lo veía extrañada. De repente, apareció una puerta en la pared y ella quedó sorprendida.
- Después de ti. – dijo Harry con una sonrisa en los labios.
- ¿Qué es este lugar? – preguntó Anny, mientras analizaba el cuarto, que ya no era un salón de practicas, si no una pequeña estancia con un par de mullidos sillones en un rincón, iluminado por varias velas en la pared.
- Esta es la Habitación de los Menesteres. – comentó Harry. – Si alguna vez necesitas un cuarto de lo que sea, ya sea baño, armario, o boliche, puedes encontrarlo en este lugar, solo tienes que pensar en lo que necesitas y pasar por aquí tres veces y éste aparecerá.
- Que habitación tan útil. – dijo, volteando hacia Harry con una mirada algo pícara. – Ahora sí, dime ¿de qué quieres hablar?
Los dos se sentaron en los sillones. Harry no sabía por donde empezar.
- Bueno – dijo al fin – me gustaría saber porque atacaste a Parkinson. ¿Estabas enojada con ella por algo?
- Ah, es eso – dijo con fastidio – Tú crees que la ataqué sin razón alguna, como el resto.
- No…
- ¡Pues sí! – respondió – se que no tenía una razón suficiente, al menos ninguna para sus ojos. ¡Y sí, también estaba furiosa porque perdí, ODIO PERDER!
- ¿Por qué te dicen “Reina de Hielo”? – preguntó Harry, sin inmutarse de los gritos de la chica, y con ganas de saberlo de ella misma.
- Veo que has hablado con Mika, Tara o Daniel. – dijo con frialdad. – Ellos siempre ven todo lo que pasa después. Como cuando ataqué a Parkinson. Solo vieron cuando la hice volar, no vieron lo que pasó antes.
- ¿Y qué pasó antes?
- Parkinson me estuvo fastidiando desde que me bajé de la escoba, me insultó y trató de quemar mi libro. Este libro – dijo señalando un pequeño libro de pasta negra que siempre llevaba con ella – es lo único que me dejó mi abuelo antes de morir. Jamás perdonaré aquel que me lo quiera quitar. – concluyó con la respiración agitada.
- Pues creo que fue una razón suficiente. Yo también la habría atacado.
- ¿En serio?, es decir, ¿harías lo mismo que yo?
- Tal vez sí, yo creo que sí. Una vez en 2° Malfoy hizo lo mismo y tuve que atacarlo.
- Vaya, eso me hace sentir mejor. Gracias. Pensé que ellos te habrían dicho muchas cosas sobre mí.
- Lo hicieron, pero, como tú dijiste, hasta no escucharlas de tu boca las creeré.
- Vaya, gracias. Ahora todo el mundo me tiene más miedo que antes. Eso es bueno, al menos no se meterán conmigo.
- No te cansas de estar sola todo el tiempo. – preguntó Harry.
- Pues… a veces sí, de hecho, se puede decir que nunca he tenido amigos, hasta ahora. Tú eres diferente, solo tú no me has reclamado por lo que hice. – ella lo miró de una forma que Harry no conocía, pero le gustó mucho. Harry le sonrió. – Tú ¿cómo encontraste esta habitación?. – preguntó ella de repente.
- Tengo un grupo de estudio y es aquí donde venimos a practicar. Yo tampoco conocía este lugar hasta que Dobby me dijo que existía. Nos fue muy útil el año pasado, pero lo seguimos usando.
- Será mejor que me vaya, ya me he ganado muchos regaños de Alan. Nos vemos, Harry y, gracias.
- ¿Gracias por qué?
- Por no gritarme como los demás.
La chica salió de la habitación. Harry la siguió con la mirada. De pronto sintió un cosquilleo en el estómago y no puede evitar sonreír. Ella le gustaba y no puede impedirlo. Es una lástima que ya tuviera novio.

Era el último día en Hogwarts antes de las vacaciones de navidad y como el año anterior, Harry decidió convocar a una reunión del ED para hacer su última practica.
- Bien – dijo Harry a sus compañeros, - como estaremos de vacaciones, antes de irnos me gustaría reafirmar algunos hechizos que aún no están listos, como el Patronus, todavía conservamos al boggart con el que hemos practicado.
- ¡No! – dijeron la mayoría.
- Mejor practicamos hechizos desvanecedores.
- Pero eso ya casi lo dominan, y aún tienen muchos problemas con el Patronus.
- Lo que pasa – comentó Ginny – es que no queremos que se transforme en ya-sabes-quien.
- Les aseguro que tendré más cuidado y eso ya no pasará.
- Aún así, Potter – dijo Justin – nos asustaste demasiado la última vez.
- De acuerdo, practicaremos lo que quieran.
Así comenzaron la sesión de dos horas, durante las cuales los alumnos se lanzaban hechizos y los que los recibía caían desmayados por unos minutos, para luego invertir los papeles. Ya después de un rato, Harry empezó a recoger los cojines que se habían utilizado cuando sus compañeros empezaron a salir. Ron y Hermione se adelantaron porque tenían deberes de prefectos. Cada uno de los miembros del ED se despidió de Harry deseándole feliz navidad y que pasara unas buenas vacaciones. Poco a poco se fue vaciando la sala hasta que se quedó solo recogiendo. Pasaron unos 5 minutos cuando alguien entró de nuevo en la habitación. Era Anny, por lo visto había esperado que todos se fueran, la amistad entre ellos aún era un secreto.
- Ah, eres tú, me asustaste – comentó Harry al voltear y verla en la entrada.
- ¿Qué haces? – preguntó ella con curiosidad.
- Termino de recoger, ¿me ayudas?
- Claro.
Ya entre los dos se apresuró el trabajo, pero habrían terminado más pronto de no haber estado jugando con los cojines ya acomodados. Una vez que terminaron se sentaron a conversar un rato acerca de lo que harían para vacaciones.
- ¿Así que te irás a pasar las navidades a casa de tu amigo Weasley?
- Si, ¿tú qué harás?
- No lo sé – dijo, encogiéndose de hombros. – tal vez me quede aquí, o si no, lo más probable es que vaya a casa de Alan. – comentó, algo deprimida. A Harry le incomodaba mucho cuando Anny hablaba de Alan, le daba una sensación rara en el estómago la forma en que ella platicaba de él, algo como celos. Aunque ellos, Harry y Anny, solo eran amigos, él no podía evitarlo.
- ¿Y… tú… tú quieres ir ahí? – preguntó el chico, aparentemente indiferente. Ella pensó un momento antes de responder.
- No lo sé. – contestó. – Él ha cambiado mucho conmigo, además, yo nunca le he gustado mucho a su familia, ni ellos a mí. – suspiró. – ellos ya deben saber lo que pasó. Pero es una larga historia que no tengo ganas de contar. – por unos segundos se quedó callada mirando al espacio, como si recordara algo. – Bueno, que se le puede hacer ¿verdad?. A veces no puedes ir en contra de las circunstancias.
Ella sonrió a Harry y él le devolvió la sonrisa. Se miraron un largo rato sin decir nada, hasta que Harry noto que ya debería estar en su sala común.
- Creo que ya es muy tarde – dijo de repente.
- Si, tienes razón.
Ambos se pusieron de pie, pero no tenían muchas ganas de irse.
- Bueno, parece que te veré hasta después de las vacaciones. – dijo ella.
- Eso parece.
- Bien, pues, feliz navidad entonces.
- Feliz navidad para ti también.
Anny ya se encaminaba hacia la puerta cuando de repente se detuvo. Parecía tener una lucha interna, quería irse pero a la vez regresar y quedarse, pero no se decidía. Por fin, la parte de ella que deseaba regresar fue más fuerte. Se dio media vuelta y avanzó con paso firme hacia Harry, se detuvo frente a él y le dijo:
- Tengo un regalo de navidad para ti y como ya no te veré, te lo entregaré ahora ¿de acuerdo?.
- Gracias, pero no debiste molestarte, ahora yo tendré que comprarte un regalo. – contestó Harry sonriendo, pensando en que solo era una broma o un regalo muy simple como un chocolate, pero ella sonrió de una forma extraña y repuso suavemente:
- No será necesario.
Acto seguido, levantó sus manos, tomó a Harry y lo acercó hacia ella hasta que le plantó un tierno beso en los labios. Aquello tomó a Harry tan de sorpresa que se sentía aturdido, su cerebro y su cuerpo se paralizaron, un calor empezó a crecer dentro de él y algo más que no podía controlar. Duraron así algunos segundos. Cuando ella lo soltó, lo miró unos instantes con esos ojos que tanto le atraían, ahora más que nunca parecían tan misteriosos. Ella le sonrió de nuevo y le susurró al oído:
- Que pases feliz navidad, Harry. – y dirigiéndole una última sonrisa, giró sobre sus talones y salió de la habitación ya sin mirar atrás, mientras Harry seguía en shok.
- ¡E..e..espera! – gritó Harry volviendo en sí, pero Anny ya se había ido. - ¡Anny! – el corredor ya se encontraba vacío.

Harry entró de nuevo a la habitación para recoger sus cosas, pero se quedó parado en medio del salón, conmocionado por lo que pasó. Hacía un año, en esa misma habitación y en esa misma noche había besado a Cho Chang, y ahora volvía a ocurrir, pero con otra chica, y esta vez fue totalmente diferente, no había temas tristes ni ella necesitaba ser consolada porque no había novio muerto, él estaba feliz. Harry no pudo evitar comparar aquella noche con lo sucedido en ésta, el beso de Anny fue tierno, dulce y seco (porque no estaba llorando), mientras que con Cho, se sentía incómodo porque ella estaba triste. Pero tampoco pudo evitar pensar en Alan (aunque suene raro, no es lo que creen). Harry se sentía confundido, extraño, se supone que él y Anny solo son amigos y que ella es la novia de ese tal Alan, o al menos es lo que él cree porque eso le dijeron. Ella le mencionó en una ocasión que lo quería mucho, que él era muy importante para ella y siempre hablaba de él con mucho cariño, entonces, porque pero lo besó a él, Harry. ¿Será cierto realmente que son novios? Además, la amistad que Harry tenía con Anny era un secreto para todos, ya que ella pertenece a Slytherin y él a Gryffindor, tal vez por eso ella aparente estar con ese otro chico. Pero en fin, Harry decidió dejar de pensar en ese muchacho, en ese momento se sentía como en las nubes, ese beso sí que le gustó. Sin prestar mucha atención recogió sus cosas y se encaminó a la torre de Gryffindor, con ese beso aún en su mente y en sus labios. Minutos más tarde llegó a la sala común, al mismo tiempo que Ron y Hermione, pero ellos venían de hacer la última ronda por los pasillos.
- ¡Harry!, ¿qué se supone que haces llegando a estas horas? – le reclamó su amiga. – Sabes que está prohibido rondar por los pasillos después de las 9:00 de la noche.
- Ajá. – fue lo único que pudo contestar, su pensamiento seguía con ese beso.
- ¿Estás bien, Harry? – preguntó Ron al ver la extraña expresión de su amigo.
- Ajá. – dijo, mientras los tres entraban por el retrato. Harry siguió sin detenerse hasta las escaleras de caracol.
- Harry, espera, ¿seguro que estás bien?
- Ajá.
- ¡¿Qué acaso “ajá” es lo único que sabes decir?! – preguntó Ron, exasperado. Harry ya había llegado a los dormitorios y desde ahí le gritó:
- ¡AJÁ! – e inmediatamente se acostó, cerrando las cortinas de dosel, para evitar más interrogatorios.

Ya en la cama, Harry aún no podía sacar de su cabeza lo que había ocurrido. Estuvo analizando lo que sucedió y se dio cuenta de que lo que más le había conmocionado no era el beso en sí (que le había gustado mucho y quería repetirlo), sino esa mirada después del beso. Bastó solo una mirada para que se diera cuenta de sus sentimientos, solo una mirada de aquellos ojos oscuros y todo cambió, dentro de él se despertaron sentimientos y emociones que jamás había experimentado, era algo tan profundo que no alcanzaba a comprender, y lo hacía sentirse vulnerable. Ahora lo sabía, no solo le gustaba Anny, sino que iba más allá, ni siquiera con Cho había experimentado aquello. Necesitaba verla, hablarle, pero ya era muy tarde y al día siguiente iría a casa de Ron, así que decidió esperar, al regresar de las vacaciones hablaría con ella, además así tendría tiempo de pensar bien que le iba decir, porque en ese momento no tenía ni idea. Suspiró y, dando una vuelta en su cama, se quedó dormido.
Esa noche durmió como nunca, no tuvo pesadillas ni cosas raras que lo acosaran, al contrario, soñó que estaba en un hermoso claro y con él estaba Anny, con un hermoso vestido azul, los dos estaban sentados sobre la fresca hierba, conversando, riendo. Ella lo abrazaba y lo besaba, Harry se sentía feliz y no quería jamás despertar, pero…
- ¡Harry, Harry, despierta dormilón! – Ron lo estaba sacudiendo de un brazo. – tienes 20 minutos para preparar tu equipaje porque ya nos vamos.
Harry se levantó y se desperezó.
- ¿Qué hora es?
- Casi medio día.
- Porqué me despertaste, estaba soñando con algo.
- Debió ser algo muy bueno, porque tenías una cara de felicidad, pero vamos, ya levántate que es tarde.
- Esta bien, no me apresures.

Cuando terminaron de hacer su equipaje, bajaron a comer junto con Hermione y Ginny. Ya en el gran comedor, Harry desvió discretamente la mirada hacia la mesa de Slytherin, donde Anny también desayunaba, pero ella estaba seria, callada, como de costumbre. Varios chicos trataban de llamar su atención, en especial Malfoy, pero ella seguía impasible, parecía solo tener oídos para Alan, con quien estaba sentada y escuchaba con atención lo que él decía. Harry regresó la vista a su desayuno, no le gustaba ver como Alan le hablaba al oído ni como Malfoy pretendía llamar su atención todo el tiempo.
Pasó un rato, varios chicos de Slytherin se levantaron de la mesa, Alan y Anny iban junto con ellos, ella iba con el rostro impasible. Al pasar por la mesa de Gryffindor, varios de ellos se burlaron de algo, Harry no tardó en adivinar que era de él de quien se reían, pero no le importó porque en ese momento sus ojos se cruzaron con los de Anny por un segundo, entonces pudo apreciar la calidez de esa mirada, la mirada que siempre le dirigía a él y solo a él. Sin querer, Harry la siguió con la vista hasta que salió de gran comedor con el resto de los Slytherin.
- Que chica tan extraña, me desespera. – comentó Hermione. – Parece hecha de hielo, ¿no les parece?, es cruel, y fría, casi no tiene amigos y es muy cerrada, he escuchado que le dicen “reina de Hielo”. Parvati le tiene un terror irracional, y estoy segura que Pansy también.
- De que te quejas – intervino Ron, - tú eras igual en primer año.
- ¡No, yo nunca fui cruel con nadie! – repuso Hermione, indignada.
- Yo creo que ella no es tan cruel, más bien que oculta algo. – comentó Ginny, que también quería participar en la conversación. – creo que esa actitud de mala es solo una cubierta, lo que pasa es que no quiere que la conozcan como realmente es, tal vez tiene miedo de mostrar su verdadera personalidad.
- No lo sé, a veces me confunde su forma de ser. – continuó Hermione. – Además, mírenla, comparada con el resto de las chicas de esa casa es más bonita y es buena en la escuela.
- Es una buena jugadora de Quidditch y juega limpio, no como el resto de su equipo.
- ¿Un momento? – exclamó Ron, incrédulo – ¿ustedes sugieren que ella debería estar en otra casa?.
- Tal vez.- contestó Ginny. – aunque por lo de Parkinson… no sé.
- Bueno, pues si está en Slytherin es por algo, ¿no?, y la verdad yo no confiaría en ella ni aunque me pagaran. – sentenció Ron.
- Juzgas muy rápido a la gente sin conocerla. – dijo Harry con voz sombría, porque se había molestado por sus comentarios, y antes de que su amigo respondiera, agregó:
- Ya es tarde y tenemos cosas que hacer.
Hermione y Ginny observaron a Harry detenidamente por lo que dijo.
- ¿Tú que opinas de ella Harry? – preguntó Hermione tentativamente.
- ¿Yo?.
- ¿Acaso hay otro Harry por aquí?
- Creo que es agradable.
- ¿Acaso la conoces? – preguntó Ron.
- Es mi compañera de trabajo en la clase de Pociones recuerdas, fue la única que quiso trabajar conmigo, – contestó algo malhumorado. – y ¿porque no mejor hablamos de otra cosa o nos vamos de aquí?
Todos se levantaron de la mesa y se dirigieron al vestíbulo para esperar los carruajes que los llevarían a la estación.

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