lunes, 21 de enero de 2008

Capítulo 18.- San Mugo.

Harry estaba placidamente dormido entre sábanas de algodón, su cabeza yacía sobre un almohadón de plumas muy cómodo. Sin abrir los ojos, giró su cuerpo hasta adoptar una nueva posición para seguir durmiendo. Ya era de día, la habitación estaba increíblemente iluminada, tanto que le lastimaba la luz aún con los ojos cerrados. Podía oír la voz de una mujer dar los buenos días a alguien en la lejanía, Harry nunca había oído a esa mujer. Poco a poco abrió los ojos, tardó un rato en acostumbrarse a la luz blanca del cuarto. Se desperezó, se puso sus gafas y contempló el lugar donde se hallaba. Estaba acostado en una cama individual de sábanas blancas que estaba protegida por biombos blancos con verde limón claro, como para que nadie pudiera ver quien dormía ahí. En el buró había flores y unas tarjetas que decían << 'mejórate' >> y << 'te extrañamos' >>. En la parte interna de los biombos había pegados posters de “The Weird Sisters”, su grupo musical favorito, y de varios equipos de Quidditch, incluyendo el de Gryffindor, también había fotos de sus padres y sus amigos en todos lados. Harry se levantó de su cama, estaba débil y apenas podía sostenerse, pero logró ponerse de pie. ¿Qué había pasado?, ¿qué era aquel lugar tan extraño y cómo había llegado hasta ahí?. Sentía una leve molestia en su cicatriz, cosa que no había pasado antes, y su cuerpo también le molestaba, como si hubiera tenido fiebre. Apartó uno de los biombos con cuidado, para ver mejor. Con sorpresa se dio cuenta de que se encontraba en un ala del hospital San Mugo, justo donde colocaba a los pacientes que recibían daño permanente por hechizos. Ahí se encontraban los padres de Neville y el profesor Lockhart.
Harry seguía observando la sala cuando una sanadora se percató que ya había despertado. Ella gritó tan fuerte al verlo, que despertó y alteró al resto de los pacientes.
- ¡¡¿Pero… pero… como… pero… no… pero… se supone que tú… como…?!!
Inmediatamente un grupo de sanadores llegó a controlar la situación, pero se quedaron como piedra al ver a Harry, otra sanadora empezó a gritar como si hubiera vista a un fantasma o algo parecido. Al momento se fueron todos sobre el chico, lo volvieron a acostar en su cama y lo empezaron a examinar de pies a cabeza, haciéndole preguntas, todas a la vez y no lo dejaban contestar, porque no paraban de hablar.
- ¿Cómo estas?
- ¿Cuándo despertaste?
- ¿Qué recuerdas?
- ¿Sientes algo raro?
- ¡Silencio todos!, no se alboroten tanto, que hay otros pacientes aquí.
Un viejo sanador con cara de buldog y bata blanca entró a la sala acompañado de Dumbledor, que se veía más viejo y preocupado de lo habitual.
- Lo sentimos, sanador Wilkin, pero ¡no es posible, mírelo usted mismo!.
- Quieren salir todos, por favor. – dijo el viejo sanador en tono serio.
Sin muchas ganas, los hombres y las mujeres obedecieron, dejando solos al anciano, a Dumbledor y a Harry. (y al resto de los pacientes).
- Buenos días muchacho, ¿cómo la pasaste? – preguntó el anciano, escudriñando al chico con la mirada.
- ¿Cómo pasé qué?
- La noche, o mejor dicho, las noches.
Harry no supo que contestar, no estaba seguro de lo que había sucedido desde que estaba en casa de los Weasley en navidad hasta ese momento. El viejo sonrió, como si hubiera leído su mente, pero Dumbledor no sonreía.
- No tienes idea de lo que te pasó, ¿verdad?
- Pues… no.
- Tú fuiste atacado por una mago muy poderoso, pero no fue quien-tú-sabes, aunque creemos que viene de su parte. Desde la noche en que fuiste atacado hasta el día de hoy, tú has permanecido en esta sala reservada. Creímos que el daño que te provocó el hechizo que te lanzó te habría matado, pero no fue así, solo te dejó en un especie de coma del que no podíamos despertarte. Pensamos que jamás lo harías. Aún ahora no sabemos que hechizo te lanzaron, ni que tipo de magia exactamente usaron. Pero eso ya no importa mucho, el caso es que lograste despertar, aunque nadie sabe como.
- Pero… yo no estaba aquí… yo… había un bosque y… – se detuvo de repente, algo en él le decía que no debía revelar lo que había visto, o vivido, o lo que hubiera sido, aun y cuando él mismo no sabía se era real o no.
- ¿Sí? – preguntó el anciano con suspicacia.
- No, no es nada, me estoy confundiendo, en realidad recuerdo la cena de navidad y nada mas.
Dumbledor seguí sin decir una sola palabra, solo miraba a Harry sin pestañar. Lo estaba examinando, pero evitaba mirarlo a los ojos. Sin previo aviso, se dio la vuelta y salió de la sala. El anciano se encaminó tras él, pero antes se despidió de Harry.
- Ah, por cierto muchacho, cuando te sientas bien regresarás al colegio, ya vas algo atrasado, hace dos semanas que empezaron las clases.
- ¡¿DOS SEMANAS?!, ¿pasé aquí dos semanas?
- Así es. Será mejor que te levantes un rato y deambules por ahí, pero no te esfuerces demasiado. También tienes visitas. Nos vemos después, chico.
Segundos más tarde de que el hombre saliera de la sala reservada, entró la Sra. Weasley, con los gemelos. Ella venía llorando como de felicidad.
- ¡Oh Harry, querido, todos pensamos… Oh, que bueno que ya estés bien, como pudo ser posible, en nuestra casa!
- Estoy bien Sra. Weasley, no se preocupe.
- Sí que nos diste un buen susto, Harry. – le decía uno de los gemelos.
- Cuando Ron te encontró, pensamos lo peor. – comentaba el otro.
- Si, mas te vale dejar esa costumbre tuya de hacer creer que te vas a morir ¿eh?.
- Fred, George, cállense ya, Harry necesita descansar.
- Creo que ya descansé lo suficiente, ahora me muero de hambre.
- Esta bien cariño, iré traerte algo de comer. No intentes levantarte ahora.
- No lo haré. Gracias.
Cuando la Sra. Weasley salió, Harry siguió platicando con los gemelos.
- Ya en serio, Harry, si nos asustaste.
- Todos creíamos que tú., bueno, pensamos lo peor.
- Incluso Dumbledor llegó a pensar que tú, bueno, tú me entiendes.
- El caso es que el mundo mágico entero y se ha vuelto un caos con lo de tu agresión.
- Fue histeria masiva, ha habido enfrentamientos entre aurores y mortífagos, ahora más que antes y a plena luz del día.
- Esto ya es guerra declarada.
Harry casi no podía creer lo que le estaban contando, literalmente se desconectó del mundo.
- Ron y Hermione, ¿dónde están?
- En el colegio, ya te perdiste de dos increíbles y divertidas semanas de clases amigo – dijo Fred en tono algo sarcástico.
- Pero, ¿en serio fueron dos semanas?
- Tres, en realidad, contando con la de vacaciones.
En ese momento entró la Sra. Weasley con una charola llena de sándwich.
- Toma esto cariño. Come algo para que luego te levantes un rato, has estado en esa cama por mucho tiempo.
- Gracias, Sra. Weasley. Ésta es la sección de los pacientes hechizados permanentemente, ¿verdad?
- Sí, aquí es, te trajeron aquí porque creyeron que jamás despertarías, pero gracias al cielo, sí despertaste.
- Y ¿alguien sabe lo que pasó?
- Nadie lo sabe, aunque Dumbledor tiene sus sospechas. Incluso él no estaba seguro de lo que sucedería contigo. Pero eso ya no importa, no es necesario que tú te estés preocupando por esas cosas. – dijo la Sra. Weasley, dando por finalizada la sesión de preguntas. – ¿ya te sientes mejor?, ¿crees poder ponerte de pie?
- Lo intentaré.
Aunque Harry se sentía bien, como dijo la Sra. Weasley, había pasado mucho tiempo en cama y su cuerpo estaba algo débil, sus piernas le temblaban y apenas podía mantener el equilibrio. Salió de la habitación ayudado por los gemelos y anduvo dando pasos por toda la sala reservada, donde era observado por todos los sanadores. Ya para en la tarde recuperó mucha de su antigua fortaleza, ya podía caminar solo, incluso correr (si tan solo se lo permitieran). En un par de días dejaría el hospital y regresaría al colegio.

- Buenos días Harry. – Dijo el anciano sanador Wilkin, saludándolo al día siguiente.
- Buenos días, señor.
- He venido a examinar tu herida, para que ya te vayas a casa, o al colegio, mejor dicho.
- ¿Herida?
- Sí, la herida de tu brazo izquierdo.
Harry no recordaba que estaba herido, aunque sí recordaba cómo se había hecho esa herida, o como creía habérsela hecho.
- ¿Cómo me hice esto? – preguntó, tanteando al hombre, esperando que le diera una respuesta más lógica que la que él tenía.
- Esperaba que tú me lo contaras. – dijo el viejo. – Esta herida es como el rasguño de algún animal, pero aquí no hay nada que lo hubiera hecho. Apareció de la nada durante la noche. Tratamos de curarla, pero no dejaba de sangrar, tenía como veneno que no la dejaba cicatrizar. A parte de no despertar, casi te mueres por desangrarte.
- Y ¿cómo la curaron?
- Eso es lo raro, nosotros no fuimos. Simplemente un día apareciste con la herida vendada con gasa blanca y completamente curada.
- ¿Cómo?
- Quien sabe, la sanadora no dejó entrar a nadie y nadie se te acercó durante la noche.
El hombre miró a Harry muy detenidamente, como para ver su reacción, pero como éste no dijo nada. El hombre se dispuso a examinarlo.
- Bien, creo que ya estás muy bien, ya puedes irte.
- ¿En serio?
- Claro, pero para la otra ten más cuidado ¿sí?
- De acuerdo.

Harry se puso a recoger sus cosas para poder irse. Los Weasley le ayudaron. Se despidió de los sanadores que lo estuvieron cuidando y salió del hospital, de nuevo, con rumbo a Hogwarts.

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