lunes, 21 de enero de 2008

Capítulo 12.- La traición.

La semana seguía transcurriendo normal, excepto por el simple detalle de que cada vez que Harry y Veranna se encontraban en los pasillos o en clase, ambos se ruborizaban. También había otro pequeño inconveniente. Unos días después de ser sorprendido con Parvati por la profesora Robinson, ésta chica se comportaba de una forma muy extraña con él, era demasiado atenta, sobre todo cuado había mucha gente a su alrededor que los viera juntos, incluso llegó a besarlo en la mejilla una ocasión que estaba en la biblioteca. Hermione y Ginny parecían estar molestas con él por eso. Una tarde Harry llegó a la biblioteca donde estaban estudiando Hermione y Ron, así que fue a sentarse con ellos, pero inmediatamente la chica se levantó y le pidió al pelirrojo que la acompañara y él no se negó. Ambos dejaron a Harry solo y sin explicación alguna por su comportamiento. Cuando ellos iban de salida Veranna iba entrando, como estaba casi vacío el lugar, fue a sentarse con Harry.
- ¿Qué te pasa, Potter? – preguntó ella al ver la cara de Harry.
- No lo entiendo. – respondió con frustración. – mis amigos no me hablan, el resto de los chicos se portan como idiotas, me tratan como su héroe o ejemplo a seguir.
- Eso es obvio, Potter. – dijo ella con soltura.
- ¿Por qué va ser obvio?. He hecho muchas cosas en mi vida y nunca se habían portado así. Esto empezó hace unos días.
- ¿En serio no sabes porqué te tratan así tus compañeros?.
- No – contestó, deseoso de saberlo.
- Mira, por todo el colegio corre un rumor acerca de ti y de una chica de tu casa, una tal Parvati. La gente dice, bueno, dice muchas cosas. La verdad, no sé que tan cierto sea.
- ¿Qué es lo que dicen? – preguntó Harry con impaciencia.
- Piensa Harry. Esa chica esta obsesionada contigo. Todos dicen que la profesora Robinson los descubrió la noche del sábado en su oficina, mientras todos estaban en el gran comedor.
- Bueno, eso es cierto, pero no estábamos haciendo nada malo.
- Ay Potter, sí que eres inocente. Reacciona: un chico y una chica de 16 años, solos, en la oficina de una maestro, a la luz del fuego de la chimenea, sabiendo que todo el colegio está cenando y que nadie los podría molestar o interrumpir en un muy buen rato. ¿Qué pensarías tú?.
- ¡¡Pero es que NO PASÓ NADA!! – dijo Harry desesperado. (ya que entendió el punto.)
- Y yo te creo, pero la imaginación de una chica obsesionada, como lo está tu amiga contigo, puede ser muy creativa. Ella ha estado inventado muchas cosas acerca de lo que ustedes dos pudieron haber estado haciendo en esa oficina.
- Tengo que aclarar las cosas. Ahora entiendo porque se portaba así conmigo. No puedo creer que Ron y Hermione hayan creído semejante patraña. ¡Pero me las va pagar!.
- Tranquilo – dijo Veranna – déjamela a mí, yo se cómo quitártela de encima.
- ¿Cómo?.
- Tú despreocúpate, solo respóndeme una cosa, ¿qué demonios estaba haciendo en la oficina de Robinson?.
Harry no quería decirle porque lo habían atrapado ahí, pero ya que ella lo ayudaría, decidió contarle.
- Escuché un ruido extraño y me venció la curiosidad.
- ¿Un ruido?, ¿qué clase de ruido? – respondió ella, con bastante interés.
- Era como el de un animal. No sabría describirlo.
- Tal vez era un gato.
- Fue lo que pensé, pero era demasiado grande para ser un simple gato.
- Pues creo que no debiste llevarla.
- Lo sé, pero no se quiso quedar.
- Tú habla con tus amigos – dijo mientas se levantaba para marcharse justo en el momento en que entraban unos Slytherin – explícales lo que realmente pasó y yo me encargaré de ella.
Al decirlo, se encaminó a la puerta y desapareció por el pasillo. Harry tomó su consejo y fue a hablar con sus amigos, les explicó todo, desde que se levantó de la mesa hasta que llegó a su dormitorio y ellos le creyeron, ahora quería saber más sobre el ruido extraño que lo llevó a esa situación, a lo que Harry les contestó que lo que había visto probablemente era la señora Norris. Para el final del día, Parvati evitaba a Harry a toda costa. Harry no supo cómo le hizo Veranna, pero el caso era que Parvati ya no estaba alentado chismes, sino todo lo contrario, estaba desmintiendo su propia versión. En la próxima clase de pociones que Harry tuvo, habló con Veranna.
- ¿Cómo lo lograste?.
- Es un secreto, confórmate con saber que ya no te molestará más. Ahora pon atención.
- Aquí están las notas de sus exámenes – dijo el profesor Snape – si esto es lo mejor que pueden hacer, no se que rayos están haciendo en esta clase.
Cuando Harry tuvo su examen entre las manos, vio una pequeña A en la esquina superior derecha de la hoja. Había obtenido una buena nota.

Aquella tarde de mediados de octubre, no había mucha actividad en la escuela, así que Harry resolvió convocar a una reunión del ED. Habría querido visitar a Hagrid, pero éste casi nunca se encontraba en su cabaña.
- ¿Ya están todos? – preguntó Harry.
- Sí – respondió Hermione – solo falta Cho, ella desertó.
- ¿Y? – inquirió Harry.
- Pues, solo pensé que querrías saberlo.
- Lo que quiero saber es si podemos empezar ya.
- Creo que sí – contestó su amiga.
- Muy bien, ¿qué fue lo último que vimos?.
- El encantamiento Patronus – respondió Hermione.
- Muy bien, ¿alguien lo practicó durante las vacaciones?.
- El Ministerio de Magia estuvo repartiendo folletos para saber como hacerlo – dijo Seamus – pero ni mi madre ni yo logramos hacer un patronus entre los dos, lo único que salía era un humo plateado.
- Yo ya puedo hacerlo – dijo Ginny – y Hermione también.
- Hacerlo por su cuenta es fácil, siempre que no haya un dementor real cerca. Muy bien, muéstrenme los que pueden hacerlo.
La pelirroja se preparó, alzó su varita y exclamó:
- ¡Expecto Patronum!.
Y un hermosos tigre de bengala cachorro salió de la varita y anduvo correteando alrededor de ella hasta que lo hizo desaparecer.
- Muy bien, Ginny – dijo Harry – ahora tú, Hermione.
En esta ocasión salió una bella y elegante nutria que empezó a dar vueltas por la sala hasta que, al igual que Ginny, la hizo desaparecer.
- Eso está perfecto – comentó Harry – pero como ya les dije, cualquiera puede hacerlo, el caso es lograr convocar un Patronus frente a un dementor, cuantos más dementores haya, es más difícil repelerlos. Por eso, para practicar necesitamos un boggart.
- ¿Por qué un boggart? – preguntó Justin.
- Porque el boggart se trasformará en un dementor en cuanto me vea, así que lo obligaré a mirarme solo a mí para que se transforme, mientras ustedes tratan de envestirlo con su hechizo. Así fue como yo aprendí.
- Nosotros sabemos donde hay un boggart – dijo Colin.
- Sí, - agregó Dennis – está en un cajón del armario del 5° piso. Filch lo encerró ahí porque no podía deshacerse de él.
- ¿Creen poder traerlo aquí?.
- Claro, mientras Filch no esté por ahí podemos sacarlo con todo y su caja.
- De acuerdo – Harry revisó su mapa. – Filch está con Peeves en el 1° piso y la señora Norris está vigilando unos alumnos de primero en el 2°. Está despejado, pueden ir ahora.
- Que mapa tan útil – comentó Zacharias - ¿de donde lo sacaste?.
- Es herencia familiar – contestó Harry.
Pasaron 15 minutos cuando los hermanos Creevey llegaron con el baúl.
- Aquí está, Harry. Ha venido molestando todo el camino tratando de salir.
- Así que tuvimos que hechizar la caja.
- Está bien, ponla por allá. De acuerdo, es hora de poner a prueba si realmente pueden hacer un patronus o no. Ya conocen la parte teórica y todo lo que hay que hacer, pero aún así lo haré yo primero para que vean y no se confundan ¿ok?, tienen que obligarlo a regresar a la caja. Cuando te indique, Ron.
Harry sacó su varita y se alistó, buscando un recuerdo feliz. Pensó en sus padres.
- ¡Ahora! – gritó.
Ron abrió la caja y una figura encapuchada con manos viscosas salió sigilosamente. Las luces de la habitación se apagaron y todo quedó a oscuras. Un frío asfixiante llenaba la sala hasta lo más recóndito. Harry estaba muy concentrado, obligando al boggart a mirarlo solo a él. Levantó su varita con mano firme y pronunció con claridad:
- ¡Expecto Patronum!.
Y de su varita salió un gran chorro de luz plateada que tomó la forma de un enorme ciervo, que fue a embestir al boggart-dementor, obligándolo a retroceder hasta quedar otra vez en la caja. La luz regresó y todos aplaudieron a Harry.
- Pasarán uno por uno. Si no lo logran al segundo intento, les sugiero que dejen al que sigue y tomen algo de chocolate. Es muy difícil la primera vez y no espero que puedan hacerlo ahora, pero éste será un buen comienzo.
Harry se colocó a unos metros frente del baúl, a su lado, a un par de metros estaba la fila de compañeros que se disponían a practicar.
- Muy bien, Ron, ¡ábrela!.
Su amigo obedeció. Nuevamente salió el boggart-dementor, ya que Harry llamaba la atención de éste, para que se acercara a él, pero no demasiado. Cada uno de sus amigos pasó al frente e intentaban hacer el encantamiento, pero no podían, ni siquiera llegaban a sacar el humo blanquecino que ya habían logrado. Llegó el turno de Hermione. El boggart-dementor se acercaba hacia Harry cuando ella levantó su varita y gritó:
- ¡Expecto Patronum!, ¡Expecto Patronum!.
Y entonces salió un humo plateado que formó una débil barrera semitransparente entre el boggart-dementor y ellos.
- ¡Muy bien, Hermione, mantenlo todo lo que puedas!. – decía Harry, mientras veía a su amiga por el rabillo del ojo cómo se quedaba sin energía. De pronto la barrera desapareció y Hermione calló de rodillas, pálida y a punto de desmayarse. Ron corrió hacia ella para detenerla antes de que cayera completamente.
- ¡Hermione! – exclamó Harry, volteando hacia ella, distrayendo su atención del boggart-dementor, que seguía mirándolo a él fijamente.
- Harry – dijo Ginny, con voz débil y señalando al boggart.
Harry se volvió para mirarlo justo en el momento en que cambiaba de forma. La habitación seguía algo oscura porque no todas las luces habían regresado. Ahora, frente a él, estaba un enorme caldero de piedra del que salían chispas enceguecedoras, que de repente cesaron, entonces empezó a salir una bruma blanca y espesa que empezó a llenar el cuarto. Todos miraba ese caldero expectantes, sin saber lo que era o qué significaba, también miraban a Harry, esperando que él les explicara lo que estaba ocurriendo. En cambio Harry dio un paso atrás, estaba pálido y comenzó a temblar, su corazón latía aceleradamente y su respiración era rápida y audible. Aferraba con fuerza su varita pero no podía levantar el brazo, estaba paralizado. Él sabía perfectamente lo que era. De entre la densa neblina que salía de ese caldero, se irguió la figura alta y delgada de un hombre que vestía una túnica negra. Sus manos blancas con dedos largos como patas de araña saltona sostenían una varita mágica. Nadie podía distinguir su rostro entre el vapor. Lentamente, esa sombra salió del caldero y se fue aproximando a Harry, mirándolo fijamente con unos ojos rojo amoratado llenos de frialdad. Entonces se escuchó una voz fría y aguda que decía:
- Inclínate ante la muerte, Harry… así, tieso y orgulloso, como murió tu padre…
El hombre se fue acercando más a la luz hasta que se develó su rostro, blanco como una calavera, con gélidos ojos rojos y una nariz aplastada. Fue hasta entonces que lo recocieron. Todos se quedaron petrificados de terror, algunos soltaron gritos amortiguados, el resto no podía moverse ni emitir ningún ruido. Todo el Ejercito de Dumbledor tenía ante él lo que más atemorizaba a Harry: Lord Voldemort en la cúspide de su nuevo poder. El boggart-Voldemort habló nuevamente.
- Ya me has fastidiado bastante… esta vez no hay Dumbledor que te salve, ni una madre que muera por ti, pero te daré una oportunidad… mátalos, mátalos a todos…
- ¡JAMÁS TE OBEDECERÉ! – gritó Harry, inconsciente de que no era el único en la habitación y que era un boggart a lo que se enfrentaba.
El boggart-Voldemort levantó su varita, pero no apuntó a Harry, sino a sus amigos.
- ¡NO LOS LASTIMARÁS! – gritó, atravesándose entre ellos.
- ¡Ja! – rió el boggart-Voldemort – pero si no lo haré yo, lo harás TÚ…
- ¡HEY, TÚ! – se oyó una voz al lado de Harry.
Ginny le gritaba al boggart-Voldemort para distraerlo. Al verla, éste se transformó en un libro negro abierto con paginas en blanco, pero de él salía un muchacho de unos 16 años, de cabello negro y la misma mirada fría. Ginny cayó al suelo de rodillas, tan blanca como un fantasma. Harry regresó a la realidad, miró a Ginny y al boggart-Tom.
- ¡Riddikulus! – gritó Harry. Y el boggart-Tom fue devorado por el libro del que salió. Harry obligó al boggart a regresar a la caja, la que cerró con llave. Él aún estaba pálido y tembloroso, sosteniéndose del baúl, con la respiración acelerada.
- Es suficiente por hoy, – dijo, sin mirar a sus compañeros – practicaremos luego.
- ¿Qué fue eso Harry? – preguntó Erni con un hilo de voz.
Harry respiró profundamente antes de contestar, luego se volvió para mirarlo a la cara.
- Ese era Voldemort, - muchos aguantaron un grito al escuchar el nombre, – la noche en que regresó, la noche en que mató a Cedric, la noche que nadie creyó que había pasado. – bajó la cabeza. – Será mejor que se vayan, ya es tarde.
Todos lo miraban con temor y respeto antes de abandonar el lugar. Al final solo quedaron Ron, Hermione, Harry y Ginny.
- ¿Estás bien?.
Harry se acercó a Ginny, que seguía en el suelo. Estaba pálida, tenía lágrimas en los ojos y una expresión de terror en su rostro.
- Ven aquí – Harry se agachó hasta ella y la abrazó, ella empezó a llorar y se aferró a él.
Ron y Hermione no dijeron nada, aunque aún seguían asustados por lo que pasó.
- Está bien – susurró Harry – ya pasó, ya se ha ido. – le decía.
Se separaron después de unos minutos.
- Gracias – dijo el muchacho – si no lo hubieras distraído, jamás habría recordado que era solo un boggart.
La chica solo sonrió.
- Eso fue aterrador, amigo – comentó Ron, mientras se dirigían a su sala común.
- ¿Cómo estas tú, Hermione? – preguntó Harry, al ver que su amiga seguía asustada.
- Bien – respondió ella, no muy convencida.
- No lo creo, te ves pálida, toma algo de chocolate.
- Sí. – pero seguía nerviosa.

Al día siguiente, el rumor de que el boggart tomó la forma de Lord Voldemort ya era conocido por casi todos. Cada vez que Harry pasaba cerca de un grupo de alumnos, éstos lo miraban con cautela y miedo, pero a la vez con sumo respeto. Hermione parecía no haberse recuperado aún de esa experiencia, y lo más extraño, parecía tenerle miedo a Harry, ya que durante unos días lo evitaba mientras pudiera, aunque con el tiempo se le pasó.

Hermione y Ron, al ser prefectos, pasaban mucho tiempo juntos y lejos de Harry, ya no se la pasaban peleando todo el tiempo, sino que eran más tolerantes el uno con el otro. Se secreteaban y, a veces, parecían olvidarse de Harry por completo. Por otro lado, ya habían pasado casi dos meses de estar en colegio y Harry no había tenido oportunidad de visitar a Hagrid, quien últimamente había estado actuando muy raro. Casi nunca estaba en su cabaña, solo se dedicaba a dar sus clases y parecía estar preocupado todo el tiempo. Una tarde estaban los tres amigos en la sala común, ya era costumbre que no hablaran mucho. Harry se dio cuenta de que sus amigos se lanzaban miradas de vez en cuando, como si ellos supieran algo que él no. Estaba con su tarea de transformaciones cuando entró Ginny acompañada muy amistosamente de Colin Creevey.
- Hola chicos – saludó la pelirroja, más contenta de lo que había estado últimamente.
- Que tal – respondió Harry. Entonces se le ocurrió que ella podría saber algo de Hagrid, porque ella aún llevaba la materia de Cuidado de las Criaturas Mágicas. – Oye Ginny, ¿has visto a Hagrid? – preguntó el chico. – No he podido hablar con él desde que llegamos.
- Yo también lo he visto muy poco, solo durante las clases, últimamente parece estar muy ocupado, constantemente se desaparece en el bosque prohibido. Pero creo que en este momento está en su cabaña.
- ¿Creen que esté bien? – preguntó Harry.
- Tal vez solo quiera dedicarle tiempo a Grwp. – respondió Hermione.
- Creo que iré a visitarlo, ¿vienen?.
- Si claro. – contestó Ron.
Los tres se encaminaron hacia la cabaña de Hagrid. Cuando pasaban cerca de los jardines, Harry vislumbró a Veranna sentada sola en una banca, estaba escribiendo rápidamente en el libro negro que siempre llevaba con ella. Harry tuvo la intención de ir a saludarla, pero venía con sus amigos y a ellos no les caía muy bien que digamos, eso sin mencionar que en ese momento se le acercó un chico de Slytherin, el mismo que estaba con ella en la estación del tren, el mismo con el que siempre se sentaba a comer y con el que pasaba la mayor parte del tiempo, cuando no estaba en clase de pociones, alto y apuesto, que ahora era amigo de Malfoy. Harry pudo ver como se le acercaba y de decía cosas al oído y la besaba en la mejilla. Ambos se levantaron de la banca. Ese chico, que Harry sabía que se llamaba Alan, tomó a Veranna del brazo y los dos entraron al castillo. Durante un segundo, antes de entrar, Veranna volteó inconcientemente hacia donde iba Harry. La sonrisa que tenía en los labios desapareció cuando hicieron contacto sus ojos con los de él. Harry sintió una punzada muy extraña en su estomago y se sintió repentinamente deprimido. Ella bajó la cabeza y siguió su camino, al igual que Harry, pero él iba hacia la cabaña de Hagrid. Cuando llegaron al lugar encontraron todas las cortinas cerradas, excepto una, la del fondo, y todo en silencio.
- ¡¿Hagrid, estás ahí?! – preguntó Harry, tocando a la puerta.
Repentinamente se escucharon los ladridos de Fang y alguien se acercó a abrir la puerta. Hagrid estaba algo nervioso, vestía sus ropas de viaje y parecía esperar algo que se tardaba mucho en llegar.
- Hola muchachos, son ustedes. – dijo él – Lamento no poder atenderlos ahora, pero estoy algo ocupado.
- ¿Vas algún lado, Hagrid? – preguntó Ron.
- No, no, claro que no… todavía, ¿qué necesitan?.
- Solo veníamos a verte – dijo Hermione.
- Esta bien, pase, pero solo tengo unos minutos antes de…
- ¿De qué? – preguntó Harry.
- No de nada, de nada. ¿Quieren té?.
Cuando se disponía a servirlo, una lechuza de color marrón apareció en su ventana abierta. Al parecer era lo que Hagrid esperaba con tanta ansia, porque en cuanto la vio, corrió hasta ella y leyó la carta que traía. Conforme la leía, su rostro se ponía más pálido y nervioso.
- Es tarde, ya es muy tarde – decía más para sí que para los demás. Empezó a recoger sus cosas y a empacar, se había olvidado completamente que Harry, Ron y Hermione aún estaban ahí.
- ¿Hagrid, estas bien? – preguntó Hermione.
- Creo que deben irse ya, muchachos, tengo que hacer.
- ¿Quién te mandó esa carta? – preguntó Harry.
- No es nada, tienen que irse. – Hagrid sonaba algo desesperado.
- No nos iremos hasta que nos expliques que te está pasando. – dijo Harry con firmeza.
Hagrid no tuvo más remedio, cerró la ventana que estaba abierta y habló muy deprisa.
- La carta es de Madame Maxine, lo que dice en ella no les incumbe, pero tengo que irme por un tiempo. El profesor Dumbledor sabe de esto, por el momento él no está en el castillo, pero me ha encomendado algo, de lo que no puedo hablarles ahora.
- ¿Tiene que ver con los gigantes? – inquirió Harry.
- Una parte, nada más. Últimamente todo ha estado muy tranquilo, si no se han dado cuenta. Los mortífagos han tenido muy poca actividad y los dementores parecen haber sido tragados por la tierra, nadie los ha visto últimamente. Todo esto parece como si quien-ustedes-saben no hubiera regresado. Y eso es lo más preocupante, el director teme que se esté planeando algo realmente malo.
- Ahora que lo mencionas – comentó Hermione – no han aparecido notas extrañas en el diario, nada raro. ¿Por qué no pareces sorprendido, Harry?.
- Yo ya me había dado cuenta de eso. ¿Te iras por mucho tiempo, Hagrid?.
- No lo sé, pero tendré que llevar a Grawpy conmigo. Si lo dejo, puede venir al colegio a buscarme.
- ¿Cómo está él, por cierto? – preguntó Harry.
- Oh, él esta muy bien, ya habla bastante español y ya no es tan agresivo. Les pediría que lo cuidaran por mí, pero es necesario que me lo lleve.
Harry, Ron y Hermione ya se habían asustado con eso de cuidarlo de nuevo.
- Bueno chicos, realmente tengo prisa.
- Que te vaya bien, Hagrid, y ten mucho cuidado.
Los tres se despidieron de su gran amigo y se fueron en dirección al castillo. Ya era la hora de la cena.

Una semana antes de Halloween, Harry seguía preocupado por Hagrid, pero también por Voldemort, el hecho de que no estuviera dando problemas era realmente alarmante, sobre todo ahora que ya todo el mundo sabía que había regresado. Pareciera que estuviera creando un ejercito en secreto que atacaría de una sola vez, acabando con todo a su paso. Harry seguía con estos pensamientos durante el desayuno cuando llegó el acostumbrado diario “El Profeta”, con una noticia que realmente le preocupó. Hermione, que estaba tomando jugo de calabaza en el momento que abría el diario, lo escupió todo sobre Ron, que estaba frente a ella.
- ¿Qué pasa? – preguntó Harry, alarmado.
- ¡No puede ser!, ¿pero como?. – dijo su amiga, que parecía realmente preocupada.
- ¡¿Qué dice el diario, Hermione?!.
- Atacaron Grimmauld Place.

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