domingo, 20 de enero de 2008

Capítulo 2.- El ataque.

- Hola – dijo Luna, algo distraída (como siempre).
- Pero... que... ¿que haces tú aquí? – preguntó Harry, alarmado de que su tío se dieran cuenta de quién había llegado.
- Solo vine a visitarte, ya que andaba por aquí – contestó Luna.
- ¿Quién es? – Harry oyó a tío Vernon gritar desde la cocina.
- Es... es solo un vendedor – contestó Harry. – Ven vamos – tras decir esto cerró la puerta y salió con Luna para alejarla lo más posible de la casa de los Dursley.
- ¿No me invitas a pasar?
- ¿Estás loca?, mis tíos me matarían con solo verte – dijo Harry, algo molesto por la inesperada aparición de Luna – mejor vamos al parque ¿si?
Harry y Luna caminaron hasta llegar al parque que esta cerca de la calle Magnolia, Harry andaba rápido, ya que ese lugar le traía tistes recuerdos. Cuando llegaron al parque se sentaron en los descuidados columpios que quedaban (después de haber sido usados por la banda de Dudley, ya no parecían columpios).
- Aún no me has dicho que haces aquí. – dijo Harry, todavía desconcertado por su repentina aparición.
- ¿No te da gusto verme?, pensé que sería divertido pasar a saludarte antes de salir de viaje a Suecia. – dijo Luna con simpleza.
- ¿Iras a Suecia? – preguntó Harry.
- Sip. – dijo Luna sin prestar atención, mas bien parecía buscarle forma a las nubes. – mi padre y yo iremos a cazar snorkacks de cuernos arrugados.
- ¿A sí? – preguntó Harry algo incrédulo. – Vaya, que interesante – dijo Harry con un poco de sarcasmo.
- Y... ¿Cómo estás? – preguntó Luna, esta vez lo miraba fijamente con sus grandes y soñadores ojos.
- Bien – contestó Harry algo extrañado.
- No lo creo – atajó Luna con simpleza.
- ¿Porqué lo dices?
- Por que aún sigues triste por lo que le pasó a Stubby – Harry la miro con una cara de “de qué estas hablando” – o Sirius, o como se llame, al que mataron los mortífagos.
No quería admitirlo, pero era verdad, aún seguía triste y se sentí culpable. Harry no sabía porqué hablaba de ello con Luna, pero no le dio importancia.
- Si – suspiró – es que no dejo de pensar que... que... –
- ¿Qué?
- Que si no hubiera sido tan estúpido él seguiría aquí, todo fue mi culpa, además los puse en riesgo a ti y los demás, si les hubiera pasado algo, jamás me lo perdonaría.
- Pero no nos pasó nada ¿verdad? – Dijo Luna – Además, no tienes porque estar triste y deprimido todo el tiempo, como si jamás lo fueras a ver, algún día lo veras otra vez, cuando mueras y puedas pasar el velo.
Harry miró fijamente a Luna, aunque parecía loca, lo hizo sentirse un poco mejor que antes, así que le agradeció con una sonrisa.
- Sabes, hay algo que me intriga.
- ¿Qué cosa? – preguntó Harry.
- ¿Estás seguro de que nadie escucho lo que decía la profecía que querían esos mortífagos? – el corazón de Harry se aceleró en un segundo, no podía olvidar lo que decía esa profecía, pero tampoco podía decirle a Luna su contenido, aún no podía creer lo que le deparaba el futuro.
- Estoy seguro de que nadie la escucho – dijo Harry sin convicción en la respuesta.
- Bueno, solo pensaba que sería una buena historia para la revista de papá, ya que tu entrevista ha sido muy buena.
- Si verdad – dijo Harry, que quería cambiar de tema. Afortunadamente Luna empezó a hablar se su viaje y Harry solo se limitaba a escuchar y hacer algunas expresiones de vez en cuando para fingir interés, pero la verdad era que Harry tenía su mente en esa profecía, esa maldita profecía. Había tenido tantos deseos de saber porque Voldemort lo había querido matar y ahora que lo sabía, deseaba nunca haberse enterado, era más de lo que podía soportar.
Harry seguía inmerso en sus pensamientos cuando alguien llegó al parque, alguien que podía causarle muchos problemas: Dudley y su banda de amigotes tontos. Lo peor fue que se dieron cuenta de que Harry estaba ahí y con una chica, para variar, aquella oportunidad no podían perderla.
- Mira nada mas lo que tenemos aquí Gran D, es tu tonto primo Harry Potter – dijo Piers. Todos iban acercándose pero Dudley se encontraba entre la espada y la pared, no podía quedar mal ante sus amigos al dejar a Harry en paz, pero tampoco quería provocarlo porque sabía que en su bolsillo traía su varita mágica. Harry se levanto del columpio dispuesto a irse lo más pronto posible, no tenía ganas de meterse en problemas, pero Malcom otro de la banda se atravesó en su camino.
- ¿A donde tan rápido, Potter?, hacia mucho tiempo que no te saludaba.
- Cierto – dijo Gordon – hace mucho tiempo que no jugamos nuestro juego favorito – Dudley no sabía que hacer, esta pálido de terror.
- ¿Qué pasa Dud?, solo es Potter – dijo Piers, pero Dudley estaba aterrado, aún así se acerco a Harry hasta que su enorme estomago los separaba y le dijo despacio para que nadie más los oyera:
- No puedes usarla o te expulsaran. – dijo Dudley, aunque no estaba muy convencido de lo que decía y Harry sabía muy bien a que se refería.
- Oye Potter, que te parece si recordamos viejos tiempos.
- No lo creo – dijo Harry fríamente, tomo a Luna de la mano para llevársela de allí cuando de repente Gordon le lanzó un puñetazo a la cabeza que Harry estaba esperando y logró esquivarlo gracias a sus buenos reflejos, lo que Harry no previno fue que los otros chicos comenzarían a lanzarle golpes también, pero aún así se les escabullo y salió corriendo con Luna, Dudley se había quedado inmóvil.
- ¿Cómo lo hizo, como escapó?
- ¡Vamos gran D, tenemos que alcanzarlo, no se irá vivo!
- ¡Nos la pagará!
Harry y Luna corrieron hasta perderse en el callejón cerca de la calle Magnolia.
- ¿Qué juego era ese que no quisiste jugar? – preguntó Luna con voz tonta.
- Ninguno – contestó Harry. – Antes de entrar a Hogwarts, ellos solían jugar a cazarme como a un conejo, casi nunca me atrapaban, pero cuando lo hacía... – Harry se estremeció un poco al recordarlo y continuó con voz sombría – digamos que me trataban como costal de box, no era agradable.
- ¡Ahí está, ahí está! – grito Piers.
- Vamonos – dijo Harry, pero ya era tarde, Piers y Gordon le bloquearon el paso mientras Dudley y Malcom se acercaron por el otro extremo.
- Te has vuelto muy rápido Potter, pero eso ya no te salvará.
Harry tenía su mano en el bolsillo aferrando firmemente su varita, no quería usarla, ya casi lo habían expulsado una vez por hacer magia y no debía pasar otra vez, pero si no había más alternativa, además, pensándolo bien, esta era la oportunidad perfecta de vengarse de aquellos que habían hacho su vida miserable por 10 largos años. Los cuatro rodearon a Harry y a Luna, pero ella estaba muy despreocupada, no le importaba estar a punto de ser atacada por un grupo de vándalos.
- Vamos Dud, te sedemos el honor de empezar a ti – esas palabras aterraron a Dudley, que estaba tan pálido que parecía que se iba a desmayar; Harry lo estaba retando con la mirada, su primo no apartaba los ojos de él. Harry estaba casi seguro de que podía escuchar sus pensamientos; <<>>, pensó Harry, al momento Dudley se estremeció, como si realmente hubiera escuchado la advertencia de Harry. Dudley empezó a retroceder, ahora estaba verde, no podía apartar sus ojos de los de Harry, mejor dicho, Harry no lo dejaba apartar la mirada, sentía que tenía poder sobre su primo, incluso que lo podía dominar y controlar.
- ¡Harry! – gritó Luna, él se había olvidado por completo de que su primo no estaba solo. De la nada salió un golpe que le dio justo en la cara, era el puño de Piers, éste no lo pudo esquivar. Harry se tambaleó y cayó de rodillas solo para recibir una patada en el estomago de parte de Malcom, instintivamente Harry saco la varita pero Gordon se la arrebató de un golpe.
- ¡Ya basta! - grito Luna, que ahora sí estaba preocupada, trataba inútilmente de apartarlos de Harry, mientras éste buscaba su varita con desesperación, se estaba enfureciendo, ya no podía controlarse, de repente se levantó de golpe, derribando a sus agresores, estaba furioso, los chicos retrocedieron ante su mirada llena de 15 años de odio acumulado hacia ellos.
- ¡DUDLEY! – gritaron, pero éste seguía como en shock, aún no apartaba los ojos de Harry aunque éste ya no lo veía. Harry gritó - ¡VARITA! – y como respuesta, de la varita saltaron chispas rojas, inmediatamente Gordon la dejó caer y Harry la recogió. Incluso Luna estaba sin aliento ante la mirada asesina del muchacho.
- Será mejor que se larguen, o si no... – dijo Harry con voz fría, de su labio superior salía un poco de sangre.
- ¡¿Si, si no que?! – dijo Piers asustado. – ¡¿Me vas a pegar con esa palo?! – continuó al ver que Harry ya le apuntaba con la varita.
- Mejor – contestó Harry sonriendo de forma extraña – te puedo convertir en murciélago. – sabía que se había metido en muchos problemas al hacer aquella revelación.
- ¡Si claro como no! – contestó Piers.
- ¡¡NO PUEDES!! – gritó Dudley, que parecía haber recuperado ya la voz (obvio, si no, no hubiera gritado). – ¡TE EXPULSARÁN!
- Claro que puedo – alegó Harry con voz tranquila y gélida – y tú me debes muchas.
- ¿De que habla gran D?, él no puede hacerlo, ¿o sí? – preguntó Malcom.
Dudley estaba temblando, sus amigos se dieron cuenta que Harry hablaba en serio.
- ¡¡FENÓMENO!! – gritó Gordon aterrado, Harry desvió la mirada hacia él, que se encogió como un perro asustado buscando donde esconderse. Harry regresó la vista hacia Dudley y le dijo ásperamente:
- Te lo advierto una vez más, será mejor que me dejen en paz, o si no me veré obligado a hacerte daño, y a tus amigos también, así que ¡LÁRGUENSE! – al instante los cuatro salieron corriendo del callejón. Harry sabía que tendría serios problemas al llegar a casa, pero en realidad, no le importaba mucho, había hecho correr a los chicos que lo habían golpeado y humillado por tanto tiempo y ni siquiera usó magia, se sentía muy satisfecho de sí mismo, satisfecho e impresionado, jamás pensó que con solo su mirada podía dominar tan fácilmente a su tonto primo.
- Vaya Harry, no sabía que fueras tan imponente – comentó Luna, algo impresionada – tantos encuentros con mortífagos y con quien-tú-sabes te han hacho de carácter fuerte.
- Si, bueno, ya estaba harto de ellos – confesó Harry – ahora tendré que enfrentar a mis tíos llegando a casa, si tengo suerte, no me echarán.
Harry y Luna iban llegando al #4 de Privet Drive cuando un hombre muy extraño se les acercó, traía una túnica naranja con rayas verdes y cargaba un maletín de viaje.
- ¡Ah!, Harry, déjame presentarte a mi padre. – dijo Luna, señalando al hombre que se aproximaba.
- Harry Potter, que gusto de conocerte, tú en particular me has dado muchas ganancias – Harry sabía que se refería a la entrevista que publicó y que vendió al Profeta.
- Mucho gusto señor – contestó Harry educadamente.
- Ya es hora querida, tenemos mucho que hacer – dijo el hombre a Luna.
- Gracias por venir a visitarme – dijo Harry honestamente.
- ¡Ay! Se me olvidaba. – Luna sacó algo de su bolsa – Ginny me dijo que tu cumpleaños es mañana, así que te traje un regalo, es un snorkack de cuernos arrugados hacho a escala, espero que te guste.
- Gracias – dijo Harry examinando cuidadosamente al “animal”.
- Nos veremos dentro de un mes en el colegio – dijo Luna mientras se iba.
Harry agitó la mano en señal de despedida. Fue agradable ver una cara familiar durante las vacaciones, pero ahora sabía que debía afrontar los regaños de sus tíos, porque seguramente Dudley corrió a casa para acusarlo. Sin el mayor ánimo de llegar a la casa Harry abrió la puerta y entró.

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