domingo, 20 de enero de 2008

Capítulo 1.- La visita.

Era una noche fría, más fría de lo que se esperaría en una noche de verano. Eran como las 3:00 a.m. cuando un muchacho de aproximadamente 16 años se despertó sobresaltado en su pequeña habitación en el #4 de Privet Drive. Harry Potter, un chico alto y delgado, con ojos verdes y cabello negro alborotado, acababa de tener una pesadilla. Harry no era un chico común y corriente, a pesar de que vivía con sus abominables tíos, que lo querían poco menos que a un perro callejero, Harry era un mago, pero, incluso en el mundo de la magia, Harry no era como los demás; la cicatriz que llevaba en la frente en forma de rayo, era la marca que dejara en él el mago tenebroso más poderoso de todos los tiempos: Lord Voldemort, en su intento por asesinarle la noche en que mató a sus padres que trataban de protegerlo. Harry había presenciado el regreso de Lord Voldemort hacía poco más de un año y lo vio por última vez en el Ministerio de Magia, unas semanas atrás. En todos los encuentros que Harry había tenido con él, apenas había salido con vida, y no solo por suerte, si no por que era su destino: una profecía decía que Harry sería el único con el poder de destruir a Lord Voldemort o éste lo asesinaría a él.

En la pequeña y oscura habitación había ruido; Hedwig, la lechuza de Harry estaba ululando pidiendo salir de su jaula. Harry miró en la profunda oscuridad de su habitación, entonces empezó a buscar sus gafas, a tientas las encontró en la mesita de noche al lado de su cama, encendió la luz de la lámpara que estaba también sobre la mesa y se sentó en el borde de la cama, presionó su cicatriz con la mano, ya que le dolía, también noto que estaba sudando y temblando levemente.
- ¡¡Basta Hedwig!! – dijo de mal humor a la lechuza tratando de no elevar mucho la voz para no despertar a nadie – ya me has metido en muchos líos y solo llevamos aquí un par de semanas. – pero su lechuza empezó a ulular más fuerte muy indignada.
- ¡Esta bien, esta bien!, ya te dejo ir. – Harry se levantó, abrió la jaula y la lechuza salió y se posó en el alfeizar de la ventana, parecía esperar un envío. Sobre el escritorio había cinco sobres de diferentes personas, todas dirigidas a Harry.
- No voy a enviar la respuesta esta noche – le dijo a la lechuza – así que mejor vete a cazar o algo. – la lechuza se fue muy molesta, pero a Harry no le importó, hacía dos semanas que había llegado a Privet Drive y cada tercer día le llegaban esas cartas, cuando no era de Ron era de Hermione o Hagrid o Lupin, no era que no le gustara recibir correspondencia, de hecho, habría dado cualquier cosa por recibir tantas cartas el año pasado, pero ahora las cosas eran diferentes, Harry no tenía muchos deseos por saber que ocurría en el mundo mágico, ya no le interesaba como antes, al igual que muchas otras cosas, que habían perdido su importancia; Harry ya estaba harto del contenido de esas cartas, siempre lo mismo “¿cómo estas Harry?, sabemos que lo extrañas, pero tienes que superarlo, no estés triste, anímate” ¿qué no tenían otra cosa que decir mas que recordarle algo que quería olvidar?, Harry estaba cansado de escribirles la misma mentira a todos “estoy bien, no se preocupen”; aunque ya tenía las respuestas a las cartas de sus amigos, intencionalmente no las mandó, << ¿para qué? >> pensó Harry. Se recostó de nuevo en la cama, apagó la luz e intentó dormir de nuevo, pero no pudo, muchos pensamientos asaltaban su mente a la vez, mirando al techo, Harry recordó su sueño, en él se veía en el cementerio atado a una lápida siendo torturado sin piedad, se veía en el Departamento de Misterios tratando de alcanzar a Sirius antes de que éste cayera detrás del velo, se veía en el atrio del Ministerio de Magia agonizando de dolor, se veía acosado por un enorme perro negro de grandes ojos que lo perseguía hasta morderlo y lo peor, se veía a si mismo atacando a sus mejores amigos, Ron y Hermione. Harry se estremeció ante esos pensamientos como si una gota de agua helada recorriera su espina.

A la mañana siguiente Harry se levantó para ir a desayunar como todos los días, aún seguía deprimido, no comía muy bien desde hacía días y además desvelado porque no consiguió conciliar el sueño el resto de la noche, todo esto le daba el aspecto de estar enfermo y fatigado. Los tres Dursley ya estaban sentados a la mesa cuando Harry llegó, éste se sentó, tomo una tostada con mantequilla y empezó a comer sin darse cuenta de que sus tíos lo estaban mirando muy detenidamente. De pronto tío Vernon hizo una pregunta que casi hace que Harry se atragante con su tostada:
- ¿Estás bien chico? – preguntó con su habitual gruñido, pero, ¿por qué tío Vernon iba a preocuparse por el estado anímico de su sobrino, cuando habría preferido correrlo de la casa? – no te vez nada bien. –
- Bien – contestó Harry muy desconcertado - ¿por qué? – los Dursley se miraron entre sí.
- Por nada – respondió tía Petunia muy poco convencida de lo que decía. ¿Desde cuando la hermana de su madre se interesaba por su salud?, a menos que pudiera contagiar a Dudley, pero a pesar de todo, Harry no se enfermaba casi nunca. Se empezó a sentir incómodamente examinado, se acabó su tostada y se levantó de la mesa.
- ¿A dónde vas, muchacho? – Harry se detuvo en seco, sus tíos nunca le preguntaban a donde iba, siempre y cuando no estuviera cerca de su hijo.
- A ningún lado – respondió, cada vez más preocupado de que ellos no fueran sus verdaderos tíos.
- Necesito que limpies el jardín y el desván – gruñó tío Vernon, para Harry eso era más normal, que le dieran tareas de la casa que hacer – te llevará un buen rato, así que empieza de una vez.
- Está bien tío Vernon – al menos tendría en que entretenerse toda la mañana y así apartar su mente de sus horribles pesadillas.

Ya pasaba de medio día cuando Harry terminó sus quehaceres en el desván, ahora estaba limpiando la chimenea de la sala, solo como pretexto para escuchar algo de las noticias, no sabía nada del mundo muggle desde que había regresado de Hogwarts. En general, las noticias seguían igual de aburridas, monos esquiadores, perros payasos y cosas sin importancia, pero casi al final del noticiario dieron una nota que llamó su atención. Informaron que en una casa en las afueras de Londres una familia fue asesinada de una forma extraña: << 'la policía reporta que encontró los cuerpos de las víctimas tirados en la sala de su hogar sin la más mínima señal de violencia, como si hubieran caído muertos y lo más extraño fue que sobre la casa se halla ésta figura extraña hecha como de humo' >>, al pasar la imagen de la casa, sobre ella había una calavera verde con una serpiente que salía de la boca como una lengua, por supuesto Harry sabía que se trataba de la marca tenebrosa, << 'ya ha empezado' >>, pensó. Seguía viendo la nota cuando tocaron a la puerta:
- Ve a ver quien es – dijo tío Vernon. Harry se dirigió a la entrada.

Casi cayó de espaldas cuando ve plantada frente a su puerta a nada más y nada menos que a Luna Lovegood, que iba vestida con extrañas ropas muggles, una falda verde limón y una blusa amarillo canario, su cabello rubio y enmarañado llevaba un listón azul.
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