lunes, 21 de enero de 2008

Capítulo 19.- De vuelta a Hogwarts, otra vez.

Harry llegó primero a casa de los Weasley, donde tuvo que esperar toda la mañana hasta que decidieron qué método de viaje utilizaría para regresar al colegio. Por fin quedaron en que la red Flu era la más segura en esos momentos, así llegaría directo a la oficina de Dumbledor, sin pierde.
- Muy bien, Harry, cariño –decía la Sra. Weasley, – de aquí en adelante viajarás solo, ya sabes usar la red flu, además está estrechamente protegida, no te pasará nada. Llegarás a la oficina del director, él te esperará allá.
Harry tomó su baúl y, con su mano derecha agarró un puñado de polvos flu. Se metió en la chimenea, pronunció fuerte y claro << 'oficina de Dumbledor' >>, y se fue. Por enésima vez sintió como daba vueltas y vueltas, hasta que salió disparado chocando con una mesa llena de aparatitos ruidosos y brillantes. Por enésima vez se encontraba en la oficina de Albus Dumbledor. Harry se levantó y examinó el lugar, otra vez, como tantas otras. Vio al sombreo seleccionador en su estante de siempre, vio el montón de retratos de los ex - directores durmiendo, como de costumbre y vio, guardada con mucho cuidado en una caja de cristal, la espada de Godric Gryffindor. Harry recordó el momento en que la sacó del sombreo y se sintió bien. Él era un Gryffindor, ¿cómo pudo dudarlo en algún momento?
- Bienvenido, Harry. – el muchacho dio un respingo. Albus Dumbledor estaba a sus espaldas, sentado tras su escritorio.
Harry se dio la vuelta para verlo, pero, en cuanto sus miradas hicieron contacto, él sintió de nuevo esa serpiente saltar en su interior, dispuesta a matar, pero solo por unos segundos, luego, esa sensación se fue.
- ¿Cómo te encuentras? – preguntó el director, escudriñándolo con sus penetrantes ojos azules.
- Bien. – respondió Harry.
- Me gustaría hablar contigo un momento, antes de que vayas a tu sala común.
- De acuerdo.
Harry se acomodó en una silla, quedando frente al viejo mago, separados solo por el gran escritorio de madera.
- Me preguntaba, Harry, si tienes alguna idea de lo que te pasó.
- No.
- ¿Viste a tu atacante?
- La habitación estaba oscura, pero pude ver que era una mujer, nunca la había visto antes.
- ¿Seguro?.
- Si, muy seguro.
- ¿Viste algo o soñaste con algo mientras estaba inconsciente?, es decir, ¿sabías que estabas inconsciente?
Harry guardó silencio. Siempre le había contado todo a Dumbledor, él era su tutor y amigo, pero, ahora sentía que él no debía saber por lo que pasó.
- En realidad no recuerdo nada, señor. – mintió al fin.
Dumbledor lo miró detenidamente, parecía no haberle creído nada.
- Muy bien. Puedes irte.
El muchacho se levantó de la silla y se encaminó a la puerta.
- Harry, una cosa más. – el chico se detuvo. – Vas algo atrasado en clases, así que, no quiero que vayas a clases de esta tarde hasta que te pongas al corriente. Como es viernes, puedes usar el fin de semana para hacerlo. Ahora ve a tu sala común, sal hasta la hora de cenar.
- Sí, señor. – respondió el chico y sale de la oficina.

Harry bajó y se fue directo a su sala común. Los pasillos estaban vacíos. << 'deben estar en clase' >> pensó. Ya faltaba poco para llegar cuando se le apareció Peeves. El duende lo vio y se sorprendió, luego puso cara de haber ganado la lotería. Se acercó a Harry a toda velocidad y se preparó para entonar alguno de sus tontos himnos compuestos para el muchacho, pero…
- No estoy de humor, Peeves.
- Uuyy… Potty–crazy–boy no está de humor para charlar o escuchar una canción…
- Te lo advierto, duende del demonio.
- Potter est…
Apenas el duende se preparaba para entonar su canción, Harry sacó su varita y lanzó un hechizo que hizo al duende dar vueltas sobre su propio eje a una velocidad increíble hasta marearlo. Lo mantuvo un rato así. Cuando lo dejó le dijo con voz queda:
- Vuelve a molestarme, y hacerte dar vueltas será el menor de tus castigos.
Peeves se alejó de Harry sin decir nada, pero en cuanto atravesó la pared comenzó a echar maldiciones a diestra y siniestra. Harry ya no le dio importancia y continuó su camino como si nada.
Por fin llegó a la torre de Gryffindor. La sala común estaba vacía. En los sillones, bajo los cojines, Harry vislumbró la punta de uno de los gorros tejidos que su amiga seguía inútilmente haciendo para los elfos domésticos, ella no sabía que solo Dobby los tomaba.
Harry subió a su habitación. Encontró todas camas limpiamente arregladas, incluyendo la suya. Se aproximó a ella, abrió su baúl para sacar su uniforme y sus libros. Entonces vio una manta que enredaba algo en lo más profundo de su baúl. Harry lo observó, no recordaba que era, así que lo sacó para examinarlo. Al abrir ese envoltorio y ver su contenido su rostro se tensó. Se sentó en la orilla de la cama, sin dejar de ver lo que tenia en las manos. Entonces sacó su varita y susurró:
- Reparo.
Al instante el contenido del envoltorio tomó la forma de un pequeño cuadro del tamaño de un libro. Era el espejo Doble Cara que Sirius le había entregado Harry antes de que regresara al colegio después de las vacaciones de navidad del año anterior. Harry suspiró profundamente al ver su reflejo en ese pequeño espejo. << 'Si tan solo lo hubiera recordado a tiempo, todo sería diferente ahora' >> pensaba, mientras la pena lo embargaba.
- Lo siento mucho, Sirius. – dijo con un hilo de voz al espejo.
Entonces, por un segundo, su reflejo se distorsionó como si fuera sobre agua. La distorsión fue tal que le pareció ver a otra persona por un instante. Luego escuchó claramente una exhalación que salía del espejo. Pero en ese instante alguien abría la puerta del dormitorio.
- ¿Cómo crees que esté?
- No lo sé, mi madre no se ha comunicado conmigo todavía.
- ¿Crees que alguna vez despierte?
- Eso espero, me…
Ron se detuvo en seco, de hablar y de caminar, al ver a Harry sentado en al orilla de su cama. Neville, que venía hablando con él, corrió hacia Harry, lleno de emoción.
- ¡¡Harry, estas bien, despertaste!!
- Hola Neville.
- ¡¡No puedo creer que estés bien!! Todos nos aterramos cuando lo supimos.
- Estoy bien, Neville, no te preocupes. ¿Tú no me saludas, Ron?
El pelirrojo estaba como shok en ese momento. De repente corrió hacia su amigo y lo abrazó por un nanosegundo, luego lo soltó bruscamente.
- ¡¡¿CÓMO DEMONIOS SE TE OCURRE ASUSTARNOS DE ESA FORMA!!
- ¡¿Tú crees que yo quería eso?! – respondió Harry, sorprendido ante el reclamo de su amigo. – ¡¡TU NO TIENES IDEA!!
- No van a pelear ahora, ¿o sí? – preguntó Neville, asustado.
- Claro que no – respondió Ron. – Lo siento, es solo que, – suspiró – estaba realmente asustado de que no despertaras nunca que… no sé que me pasó… yo…
- Está bien, Ron. Creo que todos lo estaban. Por cierto, ¿dónde está Hermione?.
- Ella está abajo, con Ginny. Espera, iré por ellas. Se van a infartar cuando te vean.
Ron salió corriendo de la habitación, mientras Harry guardaba cuidadosamente el espejo en su baúl.
- ¿Qué es eso? – preguntó Neville.
- Nada, es solo un regalo que me dieron el año pasado.
En eso se abrió la puerta nuevamente y Ron entró con las chicas.
- ¡Yo puedo sola, Ronald Weasley, no necesitas empujarme! – decía Hermione con impaciencia.
- ¿Por qué quieres que vengamos a tu alcoba con tanta insistencia? – preguntó Ginny.
- Si miran al frente, verán la razón.
Ron señaló directo a Harry. En cuanto las chicas lo vieron salieron disparadas hacia él. Primero lo abrazó Hermione y lo bombardeó de preguntas.
- ¡Harry, que gusto que estés bien!, ¿cómo estas?, ¿como despertaste?, ¿seguro que estas bien?. ¡Estábamos tan asustado por ti!
- Ya me estoy cansando de decir que estoy bien. – decía el chico entre los brazos de su amiga. Luego de un rato ella lo soltó y llegó el turno de Ginny. La pelirroja no decía nada, pero su rostro reflejaba una enorme felicidad, tanto que sus ojos se llenaron de lágrimas. Harry la vio y le sonrió, ella simplemente le regresó la sonrisa y lo abrazó por un largo rato.

Es increíble lo rápido que vuelan las noticias en la escuela, y Harry se dio cuenta de ello, una vez más, cuando montones de alumnos se arremolinaba en la entrada del dormitorio (los que eran de Gryffindor) y en el hueco de entrada (los de otras casas, excepto Slytherin), solo para ver si era cierto que había vuelto. El muchacho se hartó tanto de decir << 'estoy bien' >>, que con solo ver entrar a alguien a la habitación, ya lo decía, antes de que ese alguien incluso abriera la boca. La única ventaja de haber visto a casi todos los alumnos fue que muchos se ofrecieron para ayudarlo con las clases que llevaba atrasadas, excepto con la de pociones, pero las demás ya estaban arregladas.
Para la hora de la cena, casi todo el colegio sabía que Harry estaba ahí y que tal vez los acompañaría a cenar. Para Harry, después de haber visto a sus amigos, lo que más deseaba era hablar con Anny. Era la persona que aún no había visto y quería ver, aunque tan solo fuera por un momento en los pasillos. Si bien, constantemente iba acompañada por Alan y nunca le dirigía la palabra, porque nadie sabía que eran amigos, ella siempre le dedicaba al menos fugaces miradas que nadie más que él notaba. Ese viernes por la noche Harry llegó con Ron y Hermione al Gran Comedor y lo primero que hizo fue mirar hacia la mesa de Slytherin, pero ella no estaba ahí. Pasaron unos minutos y Harry sintió el deseo de voltear hacia la puerta. Fue justo cuando la vio entrar, junto con Alan y Malfoy al Gran Comedor. Venía triste y con la mirada gacha, pero también estaba pálida y parecía haber estado enferma. Anny seguía su camino cuando, como si algo inconsciente la llamara a voltear, alzó la vista y encontró la mirada de Harry clavada en ella. Se detuvo unos instantes, su rostro reflejaba sorpresa, sus ojos comenzaron a brillar más con las luces del salón.
- ¿Veranna? – habló Malfoy, pero Alan fue el único que se dio cuenta a quien veía ella.
- ¡Veranna! – habló Alan con voz fuerte - ¡Ven! – le ordenó.
Inmediatamente Anny recuperó el sentido y siguió caminando, pero no paraba de mirar hacia el lugar de Harry. Y él se dio cuenta que ella tenía el mismo deseo que él de hablar.
Al salir del Gran Comedor, Anny no pudo aguantar más, se acercó a Harry, sabiendo que la mitad del colegio la veía, en especial Alan. Para los alumnos de la escuela, ellos solo eran compañeros de trabajo, ya que nunca los veían juntos fuera del salón de clases, pero aquella noche…
- Harry – ella lo alcanzó en el vestíbulo cuando se marchaba a su sala común, acompañado de Ron y Hermione. Ellos la miraron de una forma despectiva, ya que no les caía nada bien.
- Hola, Veranna – respondió Harry, tratando que no hacer evidente su amistad en frente de sus amigos, y que no se notara la emoción de verla nuevamente.
- Me da gusto que ya hayas regresado. – dijo ella.
Harry tenía la impresión de que ella lo quería abrazar, pero no se atrevía. Entonces a él se le ocurrió una idea. Alzó su mano para estrechar la de ella y, usando eso como pretexto, se le acercó y le susurró algo muy rápidamente.- Salón de los Menesteres en una hora – luego la soltó y se marchó con sus amigos.

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