domingo, 20 de enero de 2008

Capítulo 6.- En el Expreso de Hogwarts.

- ¡Chicos, quieren darse prisa, ya es tarde!
- Ya vamos mamá.
Ya era 1 de Septiembre y Harry y compañía se dirigían a la estación King Cross. Como el año pasado, los acompañaba una guardia para cuidar a Harry; éste fingía que no le importaba, aunque por dentro, ya estaba harto de que lo vigilaran todo el tiempo.
- ¡Rápido, que tenemos que tomar el metro hasta la estación!.
- No te desesperes Molly. – decía el Sr. Weasley, mientras su esposa apresuraba a sus hijos como loca.
- Si no nos damos prisa perderán el tren Arthur.
- Claro que no lo perderán. Ves, ya están todos. – dijo cuando por fin bajó Ron con su valija, aún medio adormilado.

El viaje hacia King Cross fue bastante tranquilo, nadie dijo nada y todos se limitaban a observar la ciudad y a Harry, las diferentes estaciones que pasaban y a Harry, a los muggles y a Harry, (a, y por si no lo mencioné, también vigilaban mucho a Harry). Por fin llegaron al andén 9¾, la Sra. Weasley abrazó a sus hijos (Ginny y Ron), a Hermione y por último a Harry con mucho cariño. Ahora Harry notaba que todos sus compañeros lo saludaban alegremente, pero él no les respondía, aún no olvidaba el trato que le dieron el año pasado. En la estación se encontraba también un grupo de estudiantes muy extraños, Harry no recordaba haberlos visto antes. Traían túnicas completamente negras con bordado en plata y sin insignia alguna. Todos eran muy reservados y parecían orgullosos, estaban aislados de todos los demás. Ron, Hermione y Ginny se fueron a los vagones delanteros de los prefectos, no sin antes asegurarle a Harry que no tardarían y que lo verían en un rato. Se despidieron de él, entonces Harry tomó su maleta y la jaula de su lechuza y se dispuso a buscar un compartimiento vacío para esperarlos. Harry iba examinando vagón por vagón hasta que:
- Hola Harry ¿cómo estás? – una voz soñadora se escuchó tras él, era (como de esperarse) Luna Lovegood.
- Ah, hola Luna. – saludó Harry, que no tenía muchas ganas de hablar con ella, y menos de compartir el viaje de vuelta al colegio. - ¿qué hay?
- Nada nuevo. – contestó la chica con indiferencia. – ¿ya tienes lugar?.
- Aún no, estoy buscando un lugar amplio para mis amigos y yo. – se apresuró a decir.
- Oh, ya veo, aquí hay lugar, pero solo para una persona, bueno, nos vemos después entonces.
Harry siguió buscando hasta que por fin encontró suficiente lugar en el último vagón del tren. Pero no estaba completamente solo, ahí había alguien más, una sola persona sentada junto a la ventanilla. Era una chica a la que Harry nunca había visto, le pareció muy misteriosa. Ella era esbelta, de cabello muy oscuro y tez aperlada, usaba lentes y traía puesta la misma túnica negra que los chicos de afuera. Estaba leyendo un libro pequeño forrado en piel de color negro (Harry recordó el diario de Ton Ryddle). Estaba tan enfrascada en su lectura, que no se dio cuenta de que Harry tocó la puerta 3 veces hasta que éste carraspeo muy fuerte. Ella apartó la vista del libro y la dirigió hacia la puerta, donde estaba él. Por un momento, Harry se quedó estático, detrás de esas gafas de armazón negro y cristal ovalado, había unos hermosos ojos café muy oscuro, casi negros, graves y pensativos, con una mirada profunda y misteriosa que lo cautivó.
- ¿Si? – preguntó la chica al ver que Harry no se movía. Entonces reaccionó.
- Ah.. si.. yo.. he.. yo me preguntaba.. si.. si éstos lugares están ocupados.
Ella lo miró un momento, lo examinó, una mezcla de interés y recelo apareció en su mirada, entonces dijo:
- No, están libres, adelante. – Enseguida continuó con su lectura, sin darle la mayor importancia a Harry, como si él no le hubiera caído bien o como si fuera el más común y corriente de los chavos. A él le pareció muy extraño, ya que generalmente hay mucho escándalo con su sola presencia.
Harry se sentó frente a ella. Aunque trataba de distraerse viendo por la ventanilla, de vez en cuando la miraba de reojo. Sentía mucha curiosidad por saber quien era ella, se notaba que era muy seria y fría. El tren comenzó a andar, Harry no podía evitar mirarla. Después de un rato se dio cuenta de que ella también lo miraba de vez en cuando por sobre su libro e inmediatamente bajaba la vista. Hubo un momento en que sus miradas se encontraron, sin saber que hacer, ambos sonrieron débilmente y bajaron la cabeza. Entonces Harry se armó de valor y le habló.
- Y.. ¿en que año vas en Hogwarts?
Ella bajó su libro para contestarle.
- Pues, en 6°.
- Al mismo que yo, nunca te había visto antes.
- Tal vez porque yo no estudiaba en Hogwarts antes.
- Tal vez por eso, ¿verdad? – contestó Harry con tono mordaz. Ella alzó las cejas y le dirigió una mirada grave.
- Y ¿porqué estás aquí?- preguntó Harry con un tono más amable al ver la cara que ella le puso.
- Tuvimos problemas en la escuela anterior y el profesor Dumbledor fue muy amable en aceptarnos, a pesar de que venimos de muy lejos.
- ¿Te refieres también a los chicos extraños de la estación?.
- Sí, todos venimos del mismo colegio, aunque ellos son... – se detuvo como si hubiera estado apunto de decir algo que no debía (suerte que no empezó a castigarse como Dobby), entonces cambió súbitamente de tema. Cerrando su libro, lo dejó a un lado y continuó con la charla.
- Y tú ¿tienes nombre?
- Sí, perdón por no haberme presentado. Soy Harry.. Harry Potter.
- Mucho gusto Harry Potter, mi nombre es Veranna Waller. – ella extendió su mano para estrechar la de Harry, como cualquier otra persona. Fue muy extraño, no era que Harry lo hubiera querido ni nada, pero el hecho de que el nombre “Harry Potter” no significara nada para ella le parecía raro; generalmente, cuando alguien lo conocía o se presentaba por primera vez, ese alguien hacía un escándalo pidiéndole fotos o estrechando su mano muchas veces. Por primera vez en su vida sentía que alguien de su mundo lo trataba como una persona (mago por supuesto) normal. Tal vez era por que ella venía de otro colegio muy lejano y no conocía su nombre, pero se supone que todo el mundo mágico debería conocerlo, ¿por qué ella no?, eso intrigó más a Harry.
Ella le sonrió nuevamente, pero esta vez parecía más cálida y amable que antes.
- ¿Qué lees? – le preguntó Harry.
- Un libro. – respondió ella, - es herencia de mi abuelo – agregó al ver la cara que Harry ponía (alzando las cejas y mirada grave).
- ¿Es un libro de magia?
- Algo así, es un manual muy antiguo, guarda la esencia de todos aquellos que lo estudiaron. No sé porque te digo esto, a nadie se lo comento.
- Y ¿no es peligroso? – Harry tenía la impresión de que era magia negra.
- Para quien no sabe usarlo. – dijo ella con un tono serio – Y deja de hacer preguntas sobre mi libro, mejor háblame de tu escuela, ¿es buena?.
- De las mejores, te va a gustar, se compone de 4 casa, Ravenclaw, Hufflepuff, Slytherin y Gryffindor, donde estoy, los alumnos son sorteados por el Sombrero Seleccionador, no se como le vayan a hacer con ustedes, pero supongo que se les ocurrirá algo.
- Y ¿qué más?
Harry empezó a hablar del colegio, los maestros, los alumnos, las materias y no podía faltar el Quidditch, al que Harry le dedicó más tiempo y emoción. Ya que ella parecía no conocer a Harry en verdad, él omitió comentarle todos las hazañas que realizó en el colegio, como lo de la piedra filosofal, el basilisco, el torneo de los tres magos y todo lo demás. Ya había pasado un buen rato y Harry no se callaba, Veranna estaba realmente interesada en lo que él decía, ahora perecía ser más risueña y amigable. A estas alturas ya eran amigos.
- ¿Y ven artes oscuras?.
- Defensa Contra las Artes Oscuras.
- ¿Solo defensa?
- Si.
- Ya veo; háblame más de Quidditch, ¿perteneces a algún equipo?
- Claro que sí, soy buscador desde que entré a primero, se supone que no debería participar en ningún equipo mientras fuera de primer año, pero obtuve un permiso especial, este año fui nombrado capitán. – Harry se sintió muy orgulloso al decirlo, sobre todo cuando ello lo miró con más interés.
- A mí también me gusta el Quidditch, lo he practicado sola y lo conozco muy bien, pero nunca he jugado en un equipo, nunca me lo permitieron.
- Ahora que estés en Hogwarts tal vez puedas estas en algún equipo y jugar por tu casa.
Veranna lo miró con compasión, como si él realmente no hubiera entendido lo que ella le dijo. Soltó una débil y amarga risita bajando la cabeza.
- Tal vez – dijo tristemente – aunque lo dudo.
Harry se sintió algo incómodo y decidió cambiar el tema.
- Y esos chicos de la estación ¿son tus amigos?.
- No – respondió cortante y fríamente. – Digamos que ellos ya eran un grupo establecido cuando yo llegué.
En ese momento la puerta del compartimiento se abrió y entraron Ginny, con cara de exasperada, Ron y Hermione, que venían discutiendo, como de costumbre.
- Te digo que no se quedarán. – decía Ron acaloradamente.
- Pues yo creo que se quedarán, Dumbledor ya lo dijo. – contestaba Hermione en el mismo tono que Ron. Ambos parecían estar a punto de gritarse el uno al otro.
- ¡Ay ya basta! ¿quieren callarse, por favor?, que importa si se quedan o no, solo...
Los tres guardaron silencio al ver que Harry y la chica que lo acompañaba los estaban mirando.
- ¿Ahora porqué discuten? – les preguntó Harry. Los tres se miraron suspicazmente, pero fue Hermione la que contestó.
- Por nada en especial.
Veranna los examinó a todos, como lo hizo con Harry, pero a ellos los veía con recelo y desconfianza. Una vez más volvía a ser la chica seria y fría del principio. Harry decidió presentarla a sus amigos cundo tomaron asiento.
- Ella es Veranna Waller, es nueva en el colegio. – dijo.
- Mucho gusto, soy Ginny.
- Que tal. Ron Weasley.
- Es un placer conocerte, soy Hermione Granger.
- El placer es mío – respondió Veranna muy seria. - ¿les molesta si continuo con mi lectura? – sin esperar respuesta, tomó su libro negro y se hundió en él.
- Adelante – espetó Hermione con sarcasmo, pero Veranna no le hizo caso, al parecer no se habían caído bien mutuamente. Ron y Ginny opinaban igual que Hermione, al contrario de Harry, que a él si la había caído bien.
Pasaron un rato en silencio hasta que Hermione hablo nuevamente.
- Ah Harry, por cierto, lee esto. – le pasó el diario “El Profeta” donde había una enorme foto de Fudge en la página principal.
- Sabes que ya no me gusta leer el diario. – respondió Harry.
- Solo léelo. – insistía su amiga.
- Esta bien.
Harry comenzó a leer, al menos el título llamó su atención:

CAMBIO DE JEFES EN EL MINISTERIO

“Aún continúan con las investigaciones de la aparición del que-no-debe-ser-nombrado en el Misterio de Magia el pasado mes de Junio y de sus mortífagos capturados esa noche y enviados a Azkaban. El actual (aunque no por mucho tiempo) Ministro de Magia, Cornelius Fudge sigue sin dar la información completa de lo ocurrido la noche en cuestión. En estos momentos, el Ministro de Magia enfrenta cargos y acusaciones por otros miembros de la Confederación de Magos por engaño y por ocultar información vital acerca del regreso de quien-ustedes-saben.
Informes recientes indican que el la noche de los sucesos, alumnos del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería se encontraban en los departamentos del Ministerio. Aunque no se sabe quienes eran, solo hay un nombre que figura de los 6 que ahí se encontraban. Todo indica que Harry Potter, el niño que vivió, junto con varios de sus compañeros lograron escapar del colegio, que estaba a cargo en esos momentos de Dolores Umbridge, y por la noche se dirigieron rumbo a Londres a las oficinas ministeriales por razones desconocidas y fueron ellos los que alertaron a la comunidad mágica del ataque al Ministerio.
Ahora el señor Ministro de Magia nos ha informado de que todo fue una farsa y un plan ideado por el niño que vivió, acusándolo de ayudar a quien-ustedes-saben a entrar al Ministerio y que fue él mismo quien lo ayudó a regresar al poder el año pasado.
Aunque no aclara porqué no escuchó las advertencias de Dumbledor, actual director de Hogwarts, de lo que estaba sucediendo, ni tomó las medidas necesarias, está tratando de buscar una defensa para que no lo corran de su puesto.
Los mortífagos capturados esa noche, la mayoría eran personas altamente respetadas en el mundo mágico, como el Sr. Luciuis Malfoy que.....”

Harry miró a Hermione con cara de incredulidad ¿cómo era posible que ahora lo acusaran de ayudar a Voldemort? Harry sentía un profundo odio hacia Fudge, pero había decidido que no le importaría más lo que éste dijera de él. Se tragó su odio como pudo, dobló el periódico con clama y se lo regresó a su amiga, como si nada hubiera pasado.
- ¿Y bien?. – ella le preguntó, expectante.
- Y bien ¿qué? – respondió Harry sereno.
- ¿Qué opinas?
- No opino nada – seguía con una tranquilidad.
- Es grave lo que dice Fudge. – insistía ella, cada vez más molesta al ver que a Harry no le importaba.
- Mira Hermione, que diga lo que quiera, no me importa. Por mí, puede seguir acusándome de ser mortífago; además, dudo que muchos le crean después de haber ocultado le de Voldemort...
Ron y Ginny dieron un respingo al escuchar el nombre, pero Hermione y Veranna ni se inmutaron, ésta última parecía no haber escuchado nada de la conversación.
- Pero...
- ¿Quieres dejar el tema en paz, por favor?, no tengo ganas de discutir. – dijo Harry, y desviando la mirada hacia la ventanilla se dio cuenta de que ya estaba oscureciendo y que no tardarían en llegar. Su vieja cicatriz empezó a arder. Harry recargó la frente sobre el frío cristal que lo reconfortó. Ya no hablaron durante el resto del viaje.

No hay comentarios: