domingo, 20 de enero de 2008

Capítulo 3.- La sorpresa.

Harry estaba a punto de subir las escaleras en dirección a su habitación cuando escuchó la voz de tío Vernon venir desde la sala, lo estaba llamando; << 'aquí vamos' >>, pensó Harry desanimado; se encaminó con paso firme hacia la sala preparando la mejor defensa que se le podía ocurrir, pero al entrar en el lugar se quedó paralizado de la impresión, tanto que se le olvidó en un segundo lo que estaba pensando. Sentados en los sillones, frente a los Dursley, estaban por orden el señor y la señora Weasley, Tonks, Lupin y Moody; todos parecían esperarlo desde hacía rato.
- Harry querido ¿cómo estás, que te pasó en el labio? – la Sra. Weasley se acercó a Harry para darle un abrazo y lo examinó de arriba abajo, se dio cuenta que tenía un fuerte golpe en la cara.
- Nada… no es nada importante, pero ustedes ¿Qué… que hacen aquí?
- No hemos recibido noticias tuyas desde hace 4 días – dijo Moody.
- Y te dijimos que si no mantenías contacto con nosotros vendríamos a ver que sucedía – continuó Lupin.
- Todo está bien por aquí – respondió Harry, un poco avergonzado – solo olvidé enviar la respuesta a sus cartas, es todo – dijo en forma de disculpa.
- Bueno, eso no importa – agregó la Sra. Weasley – de todos modos hemos venido por ti, Dumbledor ha accedido que te vayas con nosotros el resto del verano.
Esa noticia puso a Harry tan feliz como no lo había estado desde hacía semanas, ahora entendía por que sus tíos no estaban molestos. La Sra. Weasley le sonrió cariñosamente y le dio otro abrazo.
- ¿Iremos a la Madriguera? – preguntó. Todos se miraron entre sí, luego Lupin contestó:
- Harry… mira, como Sirius ya no está y tú eras, por así decirlo, su único heredero, ahora tú eres el dueño de su casa y es a donde iremos…
- ¡Yo no iré a ese lugar! – cortó Harry con voz fuerte.
- Tienes que ir, ahora es tú casa – le respondió Lupin.
- ¡¡He dicho que NO iré!!
- No te estamos preguntando Potter – agregó Moody – Molly, ayúdalo a recoger sus cosas, tenemos que irnos ya.
- ¡Espere un momento! – Dijo tío Vernon alarmado, Harry ni se acordaba que ellos estaban ahí – No quiero que ninguno de ustedes ande rondando por mi casa.
- Nadie rondará por su casa, solo iré a la habitación de Harry. – contestó la Sra. Weasley de mal modo. Harry seguía parado como si no hubiera escuchado nada, entonces dijo fríamente:
- No me obligarán a ir.
- Te he dicho que no te estamos preguntando, niño. – Harry dirigió una mirada de odio hacia Moody.
- PREFIERO QUEDARME AQUÍ – dicho esto salió corriendo hacia su habitación. Segundos más tarde alguien tocó a la puerta, era la Sra. Weasley:
- Harry, querido, ¿está ahí, estás bien? – abrió la puerta y entró en la habitación, encontró a Harry sentado en el borde de su cama, éste la miró y bajó la cabeza.
- Sé que debe ser muy duro para ti regresar a ese lugar, pero tienes que entender, no podemos dejarte aquí, ahora lo que necesitas es compañía, y compañía agradable. Mira, te prometo que no será por mucho tiempo ¿sí? – Harry asintió con la cabeza, por algún extraño motivo se sentía derrotado.
- Bien, entonces empecemos a recoger todo.
Con un movimiento de su varita la Sra. Weasley guardó todas las cosas en el baúl de Harry.
- De acuerdo, todo está listo, yo llevo tu baúl y tú carga la jaula de tu lechuza.
Bajaron las escaleras hasta la sala, tía Petunia gritó de espanto al ver que el baúl venía flotando detrás de la Sra. Weasley.
- ¿Listos? – preguntó Lupin.
- Estamos listos Remus – contestó la Sra. Weasley.
- ¿Cómo viajaremos? – Harry no sabía como habían llegado ellos allí, así que no sabía como se irían.
- Con esto – Moody señaló un viejo zapato de piel que al parecer habían embrujado para convertirlo en un traslador. Los Dursley se habían quedado muy apartados, Harry tocó el zapato junto con todos los demás, al momento sintió como se elevaba del suelo y empezaba a dar vueltas en un remolino de colores hasta que sus pies chocaron contra el piso, pero ya no estaba en la sala de Privet Drive, sino que se encontraba en el oscuro vestíbulo de la vieja mansión de los Black. Harry notó un doloroso nudo en su garganta, pero hizo todo lo posible por controlarse.

- Ojo Loco y yo llevaremos tu equipaje a la habitación – dijo Lupin – mientras tú ve a cenar algo.
Harry siguió a Tonks y a los señores Weasley hasta la cocina del sótano, entró tras ellos cuando de pronto:
- ¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS HARRY!!! – el chico se quedó sin habla, en la cocina se encontraban Ron, Hermione, Ginny y los gemelos rodeando la mesa en la que estaba un enorme pastel de chocolate junto a muchos obsequios. Harry realmente no esperaba aquello, de hecho, había olvidado que su cumpleaños número 16 sería al día siguiente (bueno solo faltaban un par de horas). Nunca en su vida había tenido una fiesta de cumpleaños, casi no podía con la cara de felicidad que puso al ver a todos sus amigos.
- No tienes que darnos las gracias Harry. – dijo Fred.
- Es mas, ni siquiera tienes que cerrar la boca. – continuó George.
-Vamos, no te quedes ahí parado, que ya me estoy muriendo de hambre. – comentó Ron con una sonrisa. Hermione fue la primera que lo felicitó, lo abrazó un buen rato, le siguieron Ginny y el resto de los Weasley.
- Gracias – dijo Harry cuando recuperó la voz – los Dursley nunca me hicieron una fiesta de cumpleaños, de verdad muchas gracias.

Durante un muy buen rato todos se la pasaron de maravilla. Harry comió tres tozos de pastel después de la cena y abrió sus obsequios, todos le habían regalado cosas muy bonitas, después se la pasaron charlando animadamente hasta muy entrada la noche. Harry no decía mucho, más bien, se divertía escuchando los chistes de Fred y George. Todos estaban en su mundo cuando Harry desvió los ojos hacia la chimenea frente a la mesa, se quedó mirándola fijamente por un rato, ya no prestaba atención a las conversaciones que se desarrollaban a su alrededor, en su mente solo trataba de imaginar como se habría visto su cabeza en esa misma chimenea cuando estaba buscando a Sirius aquella noche; el nudo que se había formado en su garganta al llegar se hizo presente nuevamente, pero más fuerte, el corazón le latía violentamente y su estomago estaba como apretado, sus ojos verdes empezaron a brillar más a la luz del fuego, no podía dejar de pensar en Sirius, luchaba con todas sus fuerzas por contener el grito de dolor que le carcomía las entrañas, parecía imposible que hacía unos minutos hubiera estado tan feliz y ahora, al borde de la desesperación.
- Harry ¿estás bien? – preguntó Hermione. Harry se dio cuenta que todos lo están mirando detenidamente. Se limitó a asentir rápido con la cabeza, no podía hablar, su garganta estaba cerrada por ese espantoso nudo, bajó la mirada hacia el plato vacío de pastel, estaba perdiendo el control. Sin previo aviso, Harry se levantó de la silla con la intención de irse a la cama lo más callado que podía, pero al llegar a la puerta de la cocina:
- ¿Adónde vas Harry? – preguntó Ron desconcertado. Harry se detuvo, quería darse la vuelta y contestar que tenía sueño, solo para evitar más preguntas, pero no pudo, necesitaba salir de ahí inmediatamente, no quería que sus amigos lo vieran llorar, así que salió corriendo de la cocina y no se detuvo ni miró hacia atrás hasta llegar a su alcoba, cerró la puerta con seguro y se recargó en ella. Poco a poco se fue resbalando hasta quedar sentado en el suelo, golpeando con la nuca la puerta. Para él era muy doloroso estar ahí, quería irse cuanto antes. Escuchó pasos de varias personas detrás de la puerta.
- Harry, abre por favor.
- Harry, cariño, está bien, sabemos como te sientes, abre, por favor.
- Abre la puerta, por favor, necesitamos hablar contigo.
- No abrirá, si quisiera, ya nos habría dejado entrar.
- Por favor Harry. Contesta al menos.
- Es inútil.
Harry no contestó, no le importaba nada, solo quería estar solo. Poco a poco, el ruido detrás de la puerta se fue alejando al no obtener respuesta. Harry estaba cansado, ahora necesitaba dormir. Con gran esfuerzo se levantó del piso, le quitó el seguro a la puerta (ya que también Ron dormía ahí) y se tiró en la cama, ni siquiera se quitó las gafas.

No hay comentarios: